Capítulo X

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NIÑOS. LOS MEJORES CONSEJEROS

X

Desde temprano, en esa mañana, Tom supo que estaba jodido.

Había llegado finalmente la celebración de la feria lingüística y nadie más que él estaba nervioso por que todo saliera a la perfección. Los preparativos habían comenzado desde el día anterior, manteniéndolo tan ocupado que Ben terminó rodando los ojos, harto por intentar calmarlo. Si, el pequeño de siete años tenía más equilibrio que su padre, aunque fue inútil obligarlo dormir. El inglés permaneció la mayor parte de la noche en vela repasando el itinerario, confirmando la asistencia de los invitados, de los actores, del staff; en fin, trataba de no estar estresado, pero joder, era la mayor responsabilidad que alguna vez le legó la universidad.

Por todas esas razones, amaneció con tanto cansancio que dudó severamente estar presentable para la hora del evento. La única ventaja era que empezaba en el turno vespertino, pero él era el presentador estelar de los espectáculos grandes y sería una vergüenza dormirse en medio de todo, sobrando pena ajena para generaciones venideras.

Se quedó dormido sobre la mesa sin recordar cómo, y al estirarse, su cuello dolía. Se levantó de la silla para prepararse un té. El reloj de la cocina marcaba una hora prudente. Caminó por inercia hasta el cuarto de baño para ducharse. Con suerte eso lo despertaría.

No tardó más de diez minutos en asearse, saliendo con una toalla atada a su cintura. La figura de Ben en medio del cuarto, lo sobresaltó.

—Oh, dios mio Ben —dijo, con un buen susto. —No te oí entrar

El pelirrojo tenía un muñeco de hule espuma con la cara de Hulk, acribillando a su padre con la mirada. Se dirigió a la cama, sentándose en la orilla, ladeando la cabeza.

—Prometiste leerme anoche

—Oh, cierto —recordó con preocupación. —lo lamento mucho Benny. Estaba muy ocupado con el evento de hoy, y tenía que asegurarme que todo salga según lo planeado. Yo...

—Papá, estás loquito —dijo Ben. —Igual que mi peluche de Hulk. No es bueno para la salud que te preocupes demasiado. Además me costó trabajo dormir

Tom suspiró, sentándose a lado de su hijo con las manos juntas. Había tantas cosas que había perdido de vista esos últimos días, y es que no era solo la cuestión laboral o familiar, sino el conjunto de acontecimientos que iban a acabar con su paciencia. Si, el australiano tenía toda la vil culpa de que se encontrara más distraído que nunca. Volvió a suspirar, posando una mano sobre el cabello ondulado del pequeño, tratando de dar una justificación, pero no la tenía.

—Lo sé Benny, lo entiendo —respondió. —Estoy teniendo dificultades para concentrarme, es todo.

—Nunca te desconcentrabas cuando el señor Hemsworth venía a trabajar aquí y traía de visita a Natalie —soltó como bomba. —Siempre han sido un buen equipo como Nat y yo. ¿No pueden volver a ser amigos, papá? ¿No puedes decirle al señor Hemsworth que ya se acuerde de su amistad?

Tom sonrió de lado, enternecido. —Ehehe, créeme que lo he intentado... Y bastante

Aunque cada ocasión que Tom quiso interactuar con el australiano, había tenido un giro inesperado. Quizá no en el mal sentido, pero seguía teniendo el bicho de contarlo todo, de confesarse ya hasta externalizar toda su frustración de la noche del accidente; gritar hasta desgastar cada memoria que tuviera de Chris y él juntos, pero ¿qué había obtenido esos días? Un par de malentendidos y una noche de alcohol en exceso que puso preocupadas a sus hermanas. Cuanta irresponsabilidad.

Niños, los mejores consejeros [Hiddlesworth AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora