Capítulo IX

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NIÑOS. LOS MEJORES CONSEJEROS

IX

—De acuerdo, parece que tus pupilas funcionan correctamente —dijo el doctor Cumberbatch pasando una luz para medir los reflejos pupilares del australiano.

Era el pase de visita de la mañana siguiente de haber despertado y Chris aun sentía cansancio, pero sobretodo una enorme confusión. Por fortuna Clara estaba presente en la habitación como ancla hacia su ansiedad post traumática.

—¿Has tenido dolor de cabeza o alguna parte de tu cuerpo la sientes dormida? —interrogó Benedict.

Chris solo negó con la cabeza porque todavía llevaba la mascarilla.

—Muy bien, sería prudente empezar con fisioterapia entonces

—¿Quiere decir que está recuperándose? —preguntó Clara

—Físicamente parece conservar fuerza, reflejos, sensibilidad, todo... Lo único que me tiene consternado es la amnesia selectiva que desarrolló

El rubio frunció el ceño. Obviamente había algo que no le estaba explicando. Es decir, sí sabía que estaba ahí a raíz de un accidente automovilístico, pero la causa o los eventos al respecto no. Era una laguna mental cuando intentaba remembrar todos los acontecimientos. Recordaba su nombre, quien era, el motivo de su estadía en Londres, fechas de cumpleaños, a Clara, a Natalie (gracias a Odín), el cargo que desempeñaba, algunos contratos pendientes que tenía... No veía problema. Le había parecido extraño el sujeto que clamó ser su amigo en cuanto despertó. Se notaba alterado.

—Disculpe, doc —interrumpió, alzando su mano y quitándose la mascarilla porque comenzaba a estorbarle. —no creo que deban preocuparse. En realidad recuerdo casi todo, excepto el accidente

Clara suspiró, acercándose a la cama. —No es eso lo que me preocupa, Chris

El doctor Cumberbatch tomó el expediente, levantando unas hojas para corroborar ciertas fechas, giró su rostro y miró con severidad al rubio. —Chris, es cierto que varias de tus funciones mentales superiores se mantuvieron intactas porque tuviste una suerte tremenda, pero yo hablo de pérdida de memoria de un periodo en particular de tu vida. Dime algo, ¿hace cuánto te mudaste a Londres?

—Llegué hace una semana, ¿por qué?

Clara se llevó una mano a la boca. No, ellos llevaban más de tres meses viviendo en la gran metrópoli para ese entonces.

—Ya llevamos más de tres meses viviendo aquí, hijo —mencionó la nana. —No recuerdas nada de estos últimos meses, ¿cierto?

—¿Tres meses?

Chris estaba atónito, ¿tres meses? ¿Tanto tiempo había pasado? ¿Qué había hecho?

Se reincorporó en su cama, dubitativo. No había motivo para no creerle a Clara, y ciertamente tampoco para desconfiar de un neurocirujano cuando era evidente que el accidente había ocurrido. Tenía suero canalizando, su hombro derecho aun dolía cuando intentaba moverlo con el cabestrillo, sus piernas tenían debilidad y su pecho estaba lleno de rasguños, sin mencionar los ataques de jaqueca que le daban cuando su analgésico dejaba de hacerle efecto; además todavía sentía sus cuerdas vocales rasposas. Se le ocurrió, por mero morbo, corroborar las palabras de ambas personas ahí, pidiéndole a Clara que encendiera el televisor en el canal de las noticias de las 10:00 AM. La imagen de la reportera junto con las barras inferiores que desplazaban oraciones complementarias a la noticia hablaban vago, pero su mirada se fijó en los números que anunciaban la fecha actual. Y no había duda: eran tres meses delante de lo que recordaba por última vez.

Niños, los mejores consejeros [Hiddlesworth AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora