capítulo 8

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Nos quedamos muchos minutos sin decir nada, apartados el uno del otro.
Las lágrimas salían y salían sin parecer agotarse. Intentaba cubrirme la cara con las manos, pero era inútil pues de igual forma mis sollozos eran completamente audibles.

—Mercy —dijo después de un largo rato de silencio—. Sé que pasaste por muchas cosas —me sostuvo del brazo para que voltee a verlo—, lo sé porque las ví, y te ví a ti superar cada una de ellas —el llanto incrementó al pensar en todo que tuve que pasar—. Y sé, con certeza, que cualquier cosa que te esté pasando ahora también lograrás superarla.

Dicho eso, me abrazó con fuerza, dejándome recargar la cabeza en su hombro y llorar todo lo que quería.

—Gracias... —sollocé— pero si no logro superarlo, ¿Estarás ahí para ayudarme? —sabía que esa pregunta no tenía sentido alguno, pero no pude evitar preguntarlo.
—Siempre.

Me alejé ligeramente secando mis lágrimas y avergonzándome de ellas.
Él me regaló una sonrisa completamente sincera, la cual me hizo devolverle el gesto en menos de un segundo.

—¿Quieres comer algo? —preguntó sacándome de mi transe.
—Eh, sí, creo.
—Vamos.

Bajó del auto para luego abrir mi puerta y caminar juntos hacia el centro comercial que no estaba tan lejos.
Andamos en silencio, pero no un silencio incómodo; sino todo lo contrario.
Las calles estaban vacías debido al frío que hacía. Por estas épocas era normal que llueva, sin embargo no acostumbraba a llover tanto.
Un trueno irrumpió la tranquilidad causando un gran estruendo y un saltito por parte mía. Daniel me miró y rió con ternura. Él sabía perfectamente que yo le tenía un temor irracional a los truenos.

Una vez que llegamos al centro comercial, nos dirigimos al sector de comidas, donde ambos nos pedimos una hamburguesa con papas fritas.

Mientras comíamos sacábamos conversación de lo que sea que aparezca. Daniel era una persona muy divertida y ocurrente. No podías pasar cinco minutos con él sin que te haya sacado al menos una risa. Me encantaba eso.

—Y, Mercy, ¿Desde cuándo tú y ese tal Alejandro son novios?
—Eh... Bueno, no mucho en realidad —sentí mi cuerpo tensarse. Por un instante me había olvidado de él. Y de hecho, no quería recordarlo. No quería hablar de nadie con el tema porque sabía que no podría. Nadie entendería.
—No sabía que te gustaba.
—No lo hace —dije rápidamente mientras me llevaba una papa frita a la boca.
—¿Cómo?
—Cómo, ¿Qué?
—Bueno, se supone que cuando estás con alguien es porque te gusta —dijo a lo cual yo levanté las cejas.
—Se supone.

Daniel hizo la cara a un lado, como queriendo evadir mi mirada. Me confundía demasiado. A veces parecía que Sarah lo traía loco, pero otras veces parecía que no quería ni verla. Estaba con otras chicas, se besaba con otras chicas y sepa qué más hacía.

—Yo no sabía que te gustaba Sarah —exclamé con valor. Su mirada chocó con la mía junto con una sonrisa arrogante. No respondió, y yo me sentí estúpida.

Terminó el último bocado de su hamburguesa y me observó como queriendo decir algo. Intenté mantener el contacto visual, pero me era imposible hacer eso sin ruborizarme.

—Ya vámonos antes de que el clima se ponga peor —soltó con una semi sonrisa.

Me levanté sin decir nada y él hizo lo mismo. Al llegar a la puerta del centro comercial descubrimos que ya era tarde, pues una lluvia torrencial caía del cielo.

—Mierda —susurró él viendo la hora en su celular.
—¿Tienes algo importante que hacer?
—Lo único importante que tenía que hacer hoy, ya lo hice —respondió mientras escribía un texto.

Enamórate De Mí  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora