Capítulo 9

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—Ya no llores, Mercy —me dijo Diego mientras yo me separaba de su abrazo.
—Intentaré.
—También intenta no fumar, me siento ligeramente culpable por eso —rió y yo le devolví la sonrisa.
—No tienes porqué, es mi decisión, ¿No? —me levanté del suelo y él hizo lo mismo.
—¿Entonces definitivamente no irás con nosotros?
—No parece —dije—. Pero no te preocupes, la próxima sin falta —le sonreí una última vez antes de marcharme y me fui hacia mi habitación donde me coloqué un poco de perfume para opacar en ligero olor a cigarro que se había formado.

Dejé los cigarrillos y el encendedor donde los encontré, y luego me recosté en la cama mirando el techo, sintiéndome vacía.
Unos toques en la puerta llamaron mi atención.

—¿Se puede? —mi corazón dio un brinquito.
—Sí, pasa —Daniel entró a la habitación y se sentó a mi lado.
—¿Está todo bien?
—Sí, siempre —dije con una falsa sonrisa.
—Mercy, ¿En serio? —dijo—. ¿Cuántas veces tengo que decirte que a mí no puedes engañarme? —me reprochó para luego darme un abrazo. Ahí estaba la sensación que tanto añoraba sentir.
—Estoy bien —y la verdad es que su abrazo me había hecho mucho bien—, pero... ¿Qué haces aquí?
—No me botes tan pronto —reí—. Bueno, tu hermano me dijo que si podía invitarte a comer algo porque como ellos saldrán tú te quedarías aquí y pues, aquí no hay comida. ¿Qué dices?
—Am, supongo que sí —resistí las ganas de chillar por la emoción. Todo lo malo de este día había desaparecido.

Salimos de la casa, donde Daniel siguió caminando y yo me detuve junto a su auto.

—¿Adónde vas?
—Ya casi no tengo combustible. No te molesta ir caminando, ¿O si?
—N-no, no hay problema.

Fuimos caminando, prácticamente paseando bajo el cielo despejado, hablando de cualquier cosa y riendo como tontos.
La gente nos miraba raro porque a veces éramos muy escandalosos, sin embargo eso no nos importaba y nosotros seguíamos riendo y divirtiéndonos.
Como ya lo había dicho antes A veces lo sentía tan cercano a mí, como si fuésemos mejores amigos, como si yo no estuviese totalmente loca por él o como si fuésemos una pareja.

—¿Qué te gustaría comer? —preguntó una vez que llegamos al lugar que queríamos.
—Creo que sólo quiero una porción de papas fritas.
—Suena bien.

Fuimos a sentarnos y Daniel pidió la comida. Exactamente como el día anterior, no dejábamos de reír y hablar. En serio que la pasaba bien con él. Cuando estábamos juntos, simplemente era hermoso. Todo era sonrisas, alegría y felicidad. Al menos de mi parte.

—Oye... —dije para preguntarle algo, pero me arrepentí y me callé.
—¿Si?
—Nada, nada.
—¡Ah, vamos! Dímelo.
—No, no era nada —Daniel se movió a mi asiento rápidamente.
—Dímelo Mercy, o te hago cosquillas —dijo sonriendo a lo cual yo le rogué que no lo haga—, entonces dime, por favor.
—Está bien, está bien, pero no cosquillas —respondí carcajeando sin que siquiera me toque—. Sólo quería preguntarte por qué terminaste con Sarah.
—Ah —dijo él alejándose—. Bueno, para mí realmente nunca fuimos nada —lo miré con intriga—. Desde hace días que ya casi ni hablamos. Al menos yo ya me aburrí —asentí mirando hacia otro lado—. Y bueno, por fin creo que dejará de molestarme —rió pero parecía estar incómodo.
—Era sólo eso —sonreí, pero estoy segura de que más parecía una mueca.
—En fin, ¿Quieres ir a caminar un poco más?
—Supongo que sí.

Nos fuimos del lugar, y caminamos en bajada, charlando como hace rato.
Un momento de esos, mientras hablábamos, un grupo de chicos pasó por al lado nuestro, mirándome de una forma muy rara y que lograba hacerme sentir totalmente incómoda.
Daniel tomó mi mano, entralazándola con la suya.
Lo miré con los ojos muy abiertos y seguramente con las mejillas coloradas. Se sentía tan bien. Quería quedarme así por siempre.
Pero no entendía por qué había hecho eso. ¿Era para que aquellos chicos dejen de mirarme de esa forma, porque realmente quería hacerlo, o un poco de ambos?

Enamórate De Mí  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora