Capítulo 11

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Al salir llamé a un taxi y me llevó directamente al mejor veterinario que conocía.

—Buenos días —saludé y un doctor me atendió
—Buenos días señorita, ¿En qué puedo ayudarla?
—Eh... Encontré a una gatita en el río, y parece estar herida.
—¿En el río? —preguntó sorprendido— bueno, veamos qué sucede aquí.

El doctor sacó a la pequeña de la jaula y comenzó a revisarla con cuidado.

—Mmh —hizo una mueca—. Parece que alguien, puede ser una persona o incluso otro animal, la atacó y dejó una herida en el cuello —mi sonrisa se desvaneció, sabía que era algo malo—, y debido a la infección y al poco cuidado se creó un absceso.
—¿Un absceso? —dije espantada—. Y-y, ¿Cómo se cura eso?
—Bueno... Me temo que la única forma sería realizar una cirugía.
—¿Ci-cirugía? —el doctor rió intentando calmarme.
—No se preocupe señorita, la cirugía no será para usted —eso no ayudó—, además, hacemos esto todo el tiempo, es más común de lo que se imagina. Su pequeña... —se interrumpió a sí mismo esperando a que le diga el nombre.
—Oh... Aún no le coloqué un nombre.
—Bueno, su pequeña acogida estará más que bien en menos de dos días —sentenció acariciándola—. Claro, siempre y cuando la cirugía sea hoy mismo.
—¿Hoy?

El doctor asintió mientras seguía observando a mi pequeña gatita anaranjada. Yo suspiré con desesperación. Ahora mismo no tenía el dinero, pero tampoco quería dejar que pase más tiempo.

—Doctor... Ahora no tengo el dinero... Pero si usted podría hacerme el favor y confiar en mi palabra, le prometo que si hace la cirugía hoy, para cuando tenga que recogerla tendré el dinero en manos —el canoso señor me miró y luego miró a mi mascota, para luego suspirar.
—Está bien.
—¡Gracias! —chillé y toda la gente volteó a verme, con lo cual me hice pequeñita en mi lugar.

Después de hacer todo el papeleo y de dejar a la gatita en el veterinario, salí a caminar un poco y pensar en cómo rayos conseguiría el dinero. No quería pedírselo a mis padres pues ellos me habían dejado un tanto específico. Si no me las arreglaba, tendría que sacar de mis ahorros.

Al llegar a un pequeño parque me senté bajo un árbol, a pesar de que no había sol, de hecho, hacía mucho frío y los truenos anunciaban una lluvia cercana.
En vista de que no había nadie -lo suficientemente cerca- me quité las gafas para descansar un rato. Recosté mi cabeza en la corteza del árbol, cerré los ojos con fuerza, y exactamente al tiempo que las gotas de lluvia comenzaron a caer, una lágrima se deslizó por mi mejilla.

Estaba tan concentrada en sentir el frío recorrer mi cuerpo y las gotas caer en mi rostro, que cuando sentí el toque de alguien salté del susto.

—¡No te acerques! —grité espantada, creyendo, por alguna razón, que sería Alejandro.
—¡Ey, Ey, tranquila! —al ver a Diego parado ahí, dejé salir un suspiro de alivio.

Inmediatamente me coloqué los lentes y me levanté con la cabeza gacha. Gracias al cielo estaba lloviendo y eso disimulaba las lágrimas en mi rostro.
Diego estaba con un perro, que ladraba emocionado alrededor mío. Una risa se me escapó al ver que salpicaba lodo a mis zapatos. Era inmenso.

—Hola grandulón —le saludé.
—¿Y a mí?
—Hola, Diego... Perdón por eso, creo que me estaba quedando dormida —reí para alivianar la situación.
—No hay problema, pero... Dime, ¿Qué haces aquí en plena lluvia?
—Pues la misma pregunta va dirigida a ti.
—Yo estaba paseando a mi perro cuando la lluvia los atrapó, ¿No es cierto, café? —le dijo a su perro y éste le dio un ladrido en respuesta—. Estamos conversando como si nada en medio de una lluvia torrencial, ¿Es normal? —reí sin ánimos.
—Últimamente la palabra "normal" ya perdió sentido en mi vida —dije intentando sonar burlona.
—Si quieres te acompaño a tu casa.
—No es necesario, Diego...
—¿Segura? —intentó hacer contacto visual—. No olvides que aún no respondiste mi pregunta.
—Igual que tú, sólo paseaba.
—Ya veo, pero no veo a tu perro. ¿Dónde está Max? —su comentario me hizo reír, sin embargo pronto la sonrisa desapareció de mi rostro.
—Ya debería irme, no quiero enfermarme.
—Si quieres te invito a almorzar.
—Diego, no hace falta. Gracias de todas formas.
—Está bien... Si necesitas algo, llámame, estoy disponible veinticuatro siete.

Enamórate De Mí  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora