Algún día llegaré a soñar, a pensar y a creer firmemente en que las personas cambian, a que no solo se habla por hablar, a qué lo más virtuoso de un hombre es su palabra y no son solo letras al aire, sin algún significado y sin algún intento de cumplirse. Me encuentro sentada comiendo un helado en una banca frente al árbol más lindo de la calle, no es tan viejo, pero tampoco es joven, tiene largas ramas y grandes hojas. Es extraño, sus hojas son blancas y verdes, si, de un lado son verdes y brillosas y del otro lado son blancas y opacas, sus bellas hojas le dan un toque único, lo hace increíble y es por eso que me siento siempre frente a él, me encanta admirarlo; como dije, con el tiempo este árbol será el más asombroso de la ciudad o del país o simplemente puede que lo corten en un parpadeo; lo cierto es que no se sabe lo que va a suceder, incluso a este árbol. Me pregunto cómo será la vida de los árboles... solo se preocupan por crecer, ser fuertes y dar grandes flores y frutos. No se preocupan por alimentarse por qué todos los nutrientes los obtienen del suelo, no se preocupan por trabajo, ni la entrega de proyectos, el examen para la universidad o incluso por problemas con su novio o novia. Sería tan fácil ser árbol, aunque... pensándolo bien, los árboles siguen siendo igual de complicados que nosotros los humanos; no todos crecen, unos son pequeños, unos son feos, débiles... de hecho, creo que serían una buena forma de comparación con los humanos. Tienden a crecer igual que los árboles de su entorno, algunos sobresalen más, son más tupidos, más sabios, algunos son tan pobres que carecen hasta de sí mismos. Terminé mi helado y caminé a mi casa pensando en toda clase de cosas, árboles y personas, cuando la lluvia me hizo despertar y volver a mi realidad. El día siguiente no fui a sentarme en la banca de siempre por las fuertes lluvias, ya era fin de semana, compré mi habitual helado y antes de sentarme me pude percatar que un rayo cayó sobre el árbol partiendo su rama más grande y fuerte, es ahí donde me percaté que incluso las personas más fuertes son vulnerables y pueden romperse. Los árboles se doblan con el paso del tiempo, se enredan e incluso se parten a la mitad por un gran rayo, sin embargo, así nos pasa... las personas creen ser algo que no son, creen ser más que alguien, hacen lo imposible con tal de sobresalir, creen tener la razón cuando saben muy poco y se cree y se dicen muchas cosas sin sentido y sin rumbo, hoy me pregunto ¿las personas hablan por hablar? Y así, cada día de la semana el árbol más silencioso de la calle escucha mis aturdidas comparaciones entre árboles y humanos.
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Cuentos de una corta vida
RastgeleEsta es una antología de cuentos de amor, de suspenso, terror y mucho más, con el tiempo se agregarán historias que complementarán la obra antes del cierre de año. Gracias a mi maestra de literatura que siempre nos impulsó a escribir.