12. Reencuentro

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- Lamento no poder servirle más que té, señorita Gloria. Pero si llamamos la atención, nos descubrirán.

- No me llames Gloria. Mi nombre es Trish. Y con esto estoy bien, gracias. – respondió la rubia con una sonrisa tan falsa como la de Kyrie.

Tomó el té con cuidado de no marcar su labial en la fina tacita y, dando un largo suspiro, quedó mirando fijamente a la mujer que alguna vez fue el amor de Nero.

- ¿Qué hace aquí una de las ayudantes del cazador? – preguntó la peli castaña, incorporándose en la mesa y presionando fuertemente sus manos. No podía evitar mostrar su nerviosismo.

- Compañera, si no te molesta – intervino Trish. – Y el cazador se llama Dante, por cierto.

- Lo siento – agachó la cabeza en señal de disculpas. – Tan sólo no estoy acostumbrada a tratar con personas así.

- ¿Así cómo? ¿Vives junto a demonios todo el día y tienes miedo de mí o Dante? – preguntó con la ceja arqueada.

- ¡No es eso! – protestó Kyrie, con los labios temblorosos. – Es tan sólo que... Ustedes acabaron con Su Eminencia y, si me vieran con algunos de ustedes, yo...

- No te entiendo – interrumpió la rubia, mirando con el ceño fruncido – Tuviste el suficiente coraje para mandar a tu noviecito al carajo y más encima pedirle a Dante que lo finiquitara, ¿y temes que te encuentren conmigo? Simplemente inventas que me metí a la fuerza o yo qué sé. Estás acostumbrada a ser una mosquita muerta, ¿no?

Un fúnebre silencio inundó la habitación. Mientras Trish se acababa la taza de té, Kyrie miraba al suelo, presionando sus labios y conteniendo sus lágrimas.

Luego que la rubia terminara su té, se dirigió hacia Kyrie y se agachó para establecer contacto visual. La muchacha estaba con los ojos ahogados en lágrimas. Trish sólo se dignó a arquear nuevamente la ceja.

- ¿Qué ocurre? ¿Dije algo malo?

- No es eso – respondió Kyrie mientras se cubría el rostro. – Tan sólo me siento terrible por haber actuado así. O actuaba como querían o me iban a aniquilar a mi querido Nero.

- ¿Cómo? – preguntó, indignada. – Dante dijo que lo hiciste con tu total consentimiento.

- ¡Esa era la idea! ¡Que se lo creyeran! – gritó la muchacha completamente desesperada. - ¡Si no lo hacía, lo iban a matar despiadadamente! ¡Al menos le conseguí la oportunidad de escapar!

Trish, con los ojos de par en par, tomó el hombro de Kyrie y le secó las lágrimas con uno de los pañuelos que había sobre la mesa.

- Pero entonces, ¿por qué le preguntaste a Dante aquella vez que lo aniquilara?

- Porque sabía que no lo iba a hacer – respondió Kyrie, recuperando el aliento. – Ese hombre sólo ha aparecido por aquí para ayudar a Nero. No sabe lo mucho que me dolió tratar a Nero de esa manera. ¡No puedo con la culpa, señorita!

- Que te digo que me llames Trish – comentó con voz baja. – Entonces, ¿nada de lo que pasó fue con tu consentimiento?

Kyrie asintió con la cabeza.

- Aun no entiendo muy bien – protestó Trish, poniéndose de pie y apoyándose en la mesa.

- El día que empezó todo esto, me dieron un potente veneno que iba a acabar indiscutiblemente con la vida de Nero. Me dijeron que lo vierta en su bebida mientras tenga la guardia baja, pero mi intención nunca fue asesinarlo. Hice la mitad de lo que me ordenaron: le pedí a Nero que alejara las armas y vertí un líquido somnífero en su bebida; el veneno lo tiré a las horas después que me lo habían dado.

Shall Never Surrender [Parte I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora