14. Pulso

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N E R O 

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Hacía tiempo desde que no había corrido tan eufóricamente. Cuando niño corría para que no me sermonearan, luego para protegerme de los demonios, esconder mi brazo, después para salvar a Kyrie, al final Dante...

Pero no importaba ahora. Estaba volviendo con Kyrie y ni yo mismo sabía lo que iba a hacer.

Llegué a la maldita Ciudad Fortuna nuevamente. No importó lo que había pasado, los habitantes seguían igual: misma ropa; misma fe. ¿Fe de qué?

Gracias a que Dante mandó a "retocar" mi gabardina (sin los jodidos sellos de la Orden en los brazos, oscureciéndole más el color y regalándome una nueva polera que combinara con el nuevo tono) ya podía pasar más desapercibido. Me puse la capucha y comencé a mezclarme entre la gente.

Choqué hombros varias veces con gente extraña, e incluso una mujer se volteó y me quedó mirando fijamente, como si tuviera algo que decirme. Yo solamente continué mi camino como si mi vida dependiera de ello hasta que llegué a la entrada del castillo. El inmundo castillo.

Me quité la capucha y sequé el odioso sudor que se rehusaba a abandonar mi frente desde que llegué a la ciudad; di un largo suspiro, me oculté y vi cada detalle del lugar custodiado: al menos 5 guardias en la entrada y 3 más en los alrededores, todos armados hasta los dientes y los ojos... rojos... piel oscura...

¿Acaso los rituales demoniacos no acabaron en la caída de Sanctus?

Mi plan había sido escabullirme por los pasillos traseros del castillo, si tan sólo no hubiera visto cómo arrastraban a Kyrie. Ella ponía resistencia, pero los muy hijos de puta la tironeaban hasta del cabello para que se pusiera de pie. Pude haber esperado que la llevaran al calabozo para adentrarme silenciosamente, pero mi maldito impulso dispuso otro camino.

- ¡Déjenla ir!

Me abalancé hacia los jodidos guardias, enterrándoles a Red Queen en el pecho y lanzándolos por los aires con mi brazo demoniaco.

- ¡Nero! – gritó ella, con un mar de lágrimas en los ojos. Aun así, su mirada denotaba alegría.

¿Por qué estaba alegre por verme? Por mi culpa ella estaba pasando por esto.

Se puso rápidamente de pie y se fue a cubrir tras mi espalda. No demoraron en aparecer un sinfín de guardias que, cada vez más, iban agotando mi energía y mis esperanzas de que ambos saliéramos de una sola pieza.

Fui dejando una gran pila de cadáveres a medida que retrocedíamos, pero no dejaban de aparecer más refuerzos, siendo cada vez más resistentes. Tenía varios arañazos en todo el cuerpo, y mi brazo estaba perdiendo parte de su brillo. Kyrie gritó desgarradamente cuando vio que dos guardias me atravesaron el abdomen con sus espadas, botándome finalmente al suelo.

- NO ¡POR FAVOR, NO! – rogaba ella, intentando fallidamente abrirse paso para ayudarme. La tomaron de los brazos y le golpearon la cabeza, dejándola inconsciente.

- No, Kyrie – gemí entre el dolor y la sangre que salía desenfrenadamente de mi boca, mientras estiraba mi mano para tomar la suya. Se la llevaron y a mí me tenían rodeado, con las espadas en el estómago y mi visión nublada.

- ¿Por qué hacen esto?

- Para tener finalmente la sangre de Sparda en nuestras venas.

- ¿Sparda? Pero yo no...

Shall Never Surrender [Parte I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora