15. Cicatrices

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N E R O

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Mis manos no dejaban de temblar. Mi sudor estaba tan frío como la nieve.

Mi corazón nuevamente estaba roto.

Recordé fugazmente los primeros días de mi estancia con Dante, quien soportó con toda la paciencia del mundo mi llanto por tener el corazón roto, y ahora quería llorar y gritar hasta morirme por no sentir el suyo.

Abracé su cuerpo inerte con todas mis fuerzas y mojé su hombro con mis lágrimas. ¿Cómo podía ser cierto?

Mi ropa se llenó de sangre y no me importó. Escuchaba los pasos de los demonios cada vez más cerca, pero no me importó. Yo sólo lo quería de vuelta.

Repetí su nombre hasta que el nudo en mi garganta me cortó la voz, pero seguí llamándolo en mi mente, como si tuviera la esperanza de que pudiera resucitar a los muertos con telequinesis.

Jamás había visto su rostro tan calmado como en ese instante. No, calmado no era la descripción adecuada. Se veía en paz.

El dolor en mi cabeza se agudizó, y me culpé por mi fracaso como compañero y pareja. Si tan sólo hubiera tenido más poder...

Sí, poder. Con poder nada de esto hubiera pasado. Hubiera protegido a todos y no hubiera fracasado. El poder lo controla todo, y sin él, no puedo proteger nada ni a nadie.

Poder, quiero más poder...

Lady, Trish y Kyrie entraron corriendo al vestíbulo y, al ver el cuerpo de Dante, se detuvieron en seco y abrieron los ojos de par en par. Trish se arrodilló a mi lado y comenzó a llorar desgarradamente. Yo no pude hablar. ¿Qué se supone que debería hacer cuando mi mejor amigo se moría?

- No lo entiendo – dijo Trish dificultosamente entre lágrimas. – Él me dijo que estaría bien.

- ¿Qué pasó? – preguntó Lady, con la mirada desorbitada y las piernas temblorosas.

Nadie respondió, sólo el sonido lejano de los demonios estaba presente.

Yo no había soltado a Dante en ningún momento. Si aún seguía vivo, quería ser el primero en sentir su pulso de nuevo. Kyrie se arrodilló a mi lado y me abrazó junto a él. No aguanté el dolor de sentir cómo mi mundo se caía a pedazos.

De repente, el sonido de las bestias lejanas se detuvo en seco, y Lady comenzó a mirar frenéticamente por todos lados.

- Debemos irnos – interrumpió ella, con la voz entrecortada.

- No me quiero mover de aquí – fue lo único que dije. No quería trasladar su cuerpo, sólo lo maltrataría más.

Lady hizo caso omiso de mis palabras y, agachándose para tomar el cuerpo de Dante, se quemó parte de la palma de las manos al contacto con su piel.

- ¿Qué mierda? – protestó ella, cayendo hacia atrás, sacudiéndose las manos.

- ¿Dante? – dijo Trish mientras tomaba una de sus manos heladas. Sintió una corriente eléctrica al instante.

Kyrie quedó mirando con horror los alrededores del vestíbulo. Lady y Trish se pusieron de pie y se quedaron mirando la una a la otra fijamente. Hubiera preguntado qué pasaba, pero mi voz estaba ahogada en angustia.

- ¿Cómo es que no daña a Nero? – preguntaron al unísono.

Yo sólo las quedé mirando mientras acomodaba a Dante entre mis brazos como a un niño dormido; y de la nada, me alejaron de él.

Shall Never Surrender [Parte I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora