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Cuando la familia Samuels llegó a su nueva casa, la mudanza comenzó a meter las cajas para después acomodarlas, Adam tomaba las cajas que tenían su nombre y las llevaba a su cuarto.

Al entrar se asombró por lo grande que era, tenía un closet muy grande y varias ventanas, una daba a otra ventana de la casa vecina, pero todo era muy bonito, sacó todas las cosas que tenía en las cajas y las acomodo en sus respectivos lugares.

—tu cuarto es genial—Kenna entró al cuarto de su hermano

—creo que con un poco de pintura se verá aún mejor—dijo Adam—¿No tienes la sensación de que ya has estado aquí antes?

Antes de que su hermana pudiera contestar, escucharon a su padre llamarlos, ambos se levantaron para bajar las escaleras, pero Adam se detuvo antes de bajar.

—ella es nuestra hija menor Kenna—dijo su madre, Adam supuso que alguien había ido a darles la bienvenida, pero él era muy desconfiado de las personas, no le gustaba que hubiera extraños

Pero si no bajaba tendría problemas por no ser cortes con los nuevos vecinos, así que tomó una bocanada grande de aire y bajo con lentitud las escaleras.

—ah aquí estas cariño—Elena notó la presencia del chico—y él es nuestro hijo mayor Adam, ella es nuestra vecina, Miriam Mead

Elena se abrió paso para que ambos pudieran verse, pero cuando Mead vio a Adam, su expresión pasó a una de sorpresa y de confusión ¿Cómo era posible? ¿Acaso era posible que hubiera otro elegido?

—hola, soy Adam—se presentó de lejos el chico sin darle mucha confianza aquella señora

—que adorable chico—dijo Mead saliendo de su shock—¿Saben? Recordé que olvidé unas galletas en el horno, y no dudo que Michael quiera robar algunas

—oh por supuesto, puede venir cuando quiera—dijo George despidiéndose de la vecina al igual que Elena

—muchas gracias, bienvenidos al vecindario—se fue hacía la casa de a lado y cerraron la puerta

—esa señora me dio mala espina—dijo Adam con un tono de voz más frío

—oh Adam—Elena beso la cabeza de su hijo—es por que aún no la conoces, pero verás que con el tiempo te agradara, además tiene un hijo de tu edad

Adam no dijo más, subió a su cuarto de regreso a guardar sus cosas, estaba seguro que esa señora no le daría confianza en lo absoluto, por alguna razón, el sentía el peligro o cuando una persona era mala.

Mientras tanto, en la casa de enfrente, Mead estaba sentada en el comedor tratando de entender como era posible haber ignorado las señales de ese chico.

—¿Está todo bien?—pregunto Michael asustando a Mead—te ves muy palida

—no, no es nada, sólo estaba pensando—dijo levantándose de la mesa—¿Ocurre algo?

—no, bueno—Michael trataba de encontrar las palabras correctas—desde hace unos días me siento extraño

—¿Extraño en que sentido?—Mead supuso que se relacionaba a la llegada de Adam

—como si alguien me llamará, si me anunciara que está cerca de mi

—voy a investigar que ocurre, ¿Mañana podrías quedarte sólo un par de horas?—preguntó acariciandole su cabello

—claro—contestó sonriente

No era sorpresa que tal vez ellos dos eran gemelos, pero lo que no terminaba de entender, era el por que nunca vieron las señales de Adam, con Michael fueron evidentes ¿Tal vez estaban muy ocupados con Michael que nunca notaron la existencia de Adam?
¿Acaso era posible que hubiera otro anti-cristo? Eso es lo que iría a investigar en donde encontraron a Michael, si era así, tenía que proteger también a aquel chico, y mostrarle su camino.

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