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Adam apareció en un pequeño pueblo de California, cuando se estabilizó por lo precipitado que fue su movimiento, vio todo a su alrededor. Camino por las calles del pueblo observando el lugar, lo primero que vio fue una cafetería, tenía demasiada hambre así que no dudo en entrar.

—hola cielo ¿Que te sirvo?—pregunto la mesera acercándose a la mesa de Adam

Lo primero que busco en su mochila fue algo de dinero, pero para su mala suerte, no tenía ni un centavo.

—lo siento,no tengo dinero—dijo mirando a la mesera, ella vio el rostro de Adam y se notaba que estaba asustado y no tenía a donde ir

—elige algo del menú, lo que tu quieras, la casa invita—la señora le dio una sonrisa al chico

Adam emocionado vio la carta tratando de elegir lo que más le gustarán, terminó por elegir una hamburguesa con papás y una malteada de chocolate, pues al fin y al cabo, todavía tenía la mentalidad de un niño de 6 años

—dime ¿Qué hace un chico como tú aquí tan sólo?—preguntó la mesera sentándose frente a Adam mientras él comía

—estoy buscando a mi hermano, nos separamos y ahora no puedo encontrarlo—dijo comiendo su hamburguesa

—¿Y tus padres?—al decir eso, a Adam le vino una oleada de emociones

—murieron en un incendio hace unos meses—la mesera le puso una mano en su hombro

—en lo que encuentras a tu hermano, puedes quedarte conmigo ¿Te parece?—Adam la miro a los ojos y vio que ella decía la verdad, no veía algún rastro de maldad, así que podía confiar en ella

—esta bien...—miro el gafete donde decia su nombre—Paris, es un bonito nombre

—eres muy adorable—dijo Paris—¿Tú como te llamas?

—Adam, Adam Langdon—respondió con una sonrisa

Paris le pidió a Adam esperar en la mesa en lo que terminaba su turno, no faltaba mucho para eso, así que por mientras él veía a las personas que entraban y salían de la cafetería.

Adam

Escucho a alguien llamarlo, pero al mirar por todos lados, no había nadie.

Adam

Volvió a escuchar la voz, al mirar por la ventana, su rostro palidecio, ahí afuera del lugar, estaba su hermana.

—Kenna—se levantó lo más rápido que pudo y salió del lugar pero ya no veía a su hermana

Ven, Adam

Con la respiración agitada seguía al fantasma de su hermana, que iba cruzando varias casas, trataba de alcanzarla pero era imposible.

Casi llegando a un pequeño lago que estaba cerca de ahí, vio sentada a su hermana mirando hacia el agua, con pasos lentos se acercó a ella para no asustarla, se sentó a lado de ella igualmente mirando hacia el agua.

—tienes que evitar que el anti-cristo gane Adam—dijo Kenna, al mirarla, vio su piel mucho más pálida, todo su rostro había perdido color

—no puedo, no se que hacer, no puedo hacerlo sólo—las lágrimas de Adam comenzaban a aparecer—los necesito

—siempre vamos a estar aquí contigo—sintió como un frío recorrió su mano, y al mirar, la mano de su hermana estaba sobre de la suya—confiamos en ti, se que sabrás que hacer

—los extraño—dijo Adam regresando su mirada hacia el lago, pero Kenna no contesto, y al voltear, ella ya no estaba

Limpio el rastro de lágrimas que tenía y se levantó para regresar a la cafetería, lo que pasó hace unos momentos lo dejó muy afectado psicológicamente, había pasado tanto en tan poco tiempo, era algo difícil de asimilar, pero en estos tiempos de guerra, la debilidad es una desventaja muy grande, y más cuando el fin estaba cerca.

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