Epílogo

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Cuatro años después

La familia se encontraba en Santa Mónica de vacaciones, su padre recibió un gran ascenso en su trabajo y para festejar decidieron ir a la icónica feria que se ponía cada año en ese lugar.

—¡Pero viste como Adam tiro ese último patito!—decía Kenna emocionada con su oso de peluche gigante que Adam le había ganado en uno de esos juegos

—pero ahora es tiempo de que ambos se pongan la pijama para irse a dormir—dijo su madre mientras recogía los platos de la cena

Adam subió a su cuarto para ponerse la pijama, en su mano podían verse dos brazaletes, el de Adam, y el de Michael. Nunca dejaba de pensar en lo que pasó, le dolía el hecho de que su hermano no estaba con él, nunca le comentó a su familia lo que era o lo que había pasado, y por lo que Mallory le contó, en la academia nadie recordaba nada, ni siquiera Cordelia, y pensaban que así estaba mejor todo, solamente ellos dos conociendo la verdad.

Cuando Adam se acercó a su ventana para cerrar la cortina, vio algo muy extraño, a unas cuadras de donde el estaba, había muchos cuervos sobrevolando una casa y el cielo se tiñó de color rojo, y en ese momento, sintió algo dentro de él, no había sentido eso nunca, excepto cuando se encontró con Michael la primera vez, cuando descubrieron que eran gemelos, pero eso era imposible.

El teléfono de Adam comenzó a sonar, y el chico fue a ver quien lo podía estar llamando, el número era desconocido, pero aún así decidió contestar.

—¿Hola?—nadie contesto del otro lado, sólo se escuchaban una interferencia, pero Adam pudo escuchar algo de esa interferencia y palidecio al instante con lo que escucho—¿Michael?

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