Lunes, 17 de septiembre.
—Alicia, creo que deberías salir afuera un segundo —me dice papá, así de la nada, mientras termino de desayunar.
—¿Y eso?
—Hay una chavala que mira la puerta y está un poco nerviosa. Creo que no se atreve a llamar al timbre.
Llevo menos de una semana en la academia y en ese tiempo solo hay una persona que se lo pensaría más de una vez antes hacer algo en público. Dejo mi bol en el fregadero tras terminar mi desayuno y salgo afuera a ver qué pasa. En zapatillas y en pijama, porque aún es pronto.—¡Ah!
Ah, qué agradable manera de empezar el día: con la adorable delegada Nereida delante de mi puerta. Con esa sonrisa que brilla con la intensidad de mil soles, con ese pelo ondulado negro y brillante cual obsidiana adornado con ese enorme lazo grande como su corazón, con esa dulzura en su mirada... Hoy va a ser un buen día, lo presiento.
—Um...
Sin dudarlo un instante, la agarro de la mano y la meto dentro de casa.
—C-con permiso... —dice en una voz casi inaudible mi radiante solecito.
—¡Me la llevo al cuarto un segundo!
—¡Vale! —asiente mamá— Pero vigilad la hora.Entramos a mi cuarto, con la cama sin hacer aún, pero nos sentamos igualmente en ella. Si ha tenido el suficiente valor de venir un ratito antes para hablar conmigo, es que no es un asunto que pueda esperar para llegar a clase.
—Quiero dejar de ser delegada.
No me está mirando. Está mirando a sus manos. Siento que es algo difícil para ella de decir.
—Pensé que podría ser capaz de armarme de valor y superar mi fobia a las multitudes si sonreía y lo dejaba de lado —continúa—, pero después de lo del viernes y de pensarlo este fin de semana en Sevilla... No quiero. No quiero...
Le acaricio su pelo, hoy menos áspero que el viernes pasado. Ella suelta una lagrimita; yo le ofrezco un pañuelo.
—Gracias.
—¿Y por qué no llamabas a la puerta?
—No sabía si vivías tú aquí. Me iba a dar mucho corte que me hubiese equivocado...
—Ya, entiendo. Oye —añado, intentando ofrecer una solución—, déjame que me acabe de preparar y vamos un segundito con la tutora antes de empezar la clase y se lo explicamos, ¿vale? Yo te acompaño.Los ojos de Nereida brillan durante un segundo como si estuvieran usando mi Resplandor fulgurante. Ella asiente, con la expresión totalmente cambiada al ver que haría eso por ella.
—¡Vale!
—Mientras me cambio de ropa y hago la cama, ¿quieres escuchar la movida que pasó este sábado noche con mis compis?Le explico a la aún delegada todo el lío que tuvimos el sábado, incluyendo la excursión al monte (admitiendo que eso no fue un lío), la quedada en mi mundo de los sueños, la infiltración del gato Sebastian y su Torneo de la Penumbra y cómo tuvimos que pelear con Flynn, Petra, Miguel y Minerva para poder despertarnos. Toda una odisea digna de ser cantada en la antigua Grecia. Con eso, el tiempo que paso vistiéndome y arreglándome pasa en un periquete, y las dos salimos de casa a eso de menos cuarto para tener tiempo de visitar a nuestra tutora.
—Por cierto —pregunta Nereida, señalando al tejado de mi casa— ¿no es ese el gato que mencionas de tus sueños?
Ahí va, pues es verdad. Negro y con los ojos verdes, mirando a todo aquello que pasa por delante, que a estas horas empieza a ser muchas cosas. ¿Y si fue este el causante de lo que pasó? Pero un gato no puede usar magia, ¿no...?
—Hala, es verdad —respondo—. Ni sabía que teníamos un gato merodeando por la zona.
—Es muy mono. Tiene pinta de manso.
—Tú sí que eres mona, Nereida.
¿L-lo he dicho en voz alta? Ay, cielos...
—¿Pero qué dices? —mueve la mano como si estuviese diciendo un disparate— Tú eres mucho más adorable, ¡ji, ji!Espera. Espera, espera, espera, espera. ¿Acaso me acaba de llamar adorable la chica que, en mi opinión, es la más bonita del mundo? aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
...
—¿Alicia? Ya hemos llegado a la sala de profesores...
Ahí va. Me he pasado todo el camino empanada. No me podía creer que Nereida... Argh, bueno, es igual; céntrate, Alicia.
Llamo a la puerta con mis nudillos y luego la abro. Paso yo delante; ella, detrás. En la sala está solo nuestra tutora Artemisa Alpenaz, lo cual facilita bastante las cosas. Para Nereida al menos, vaya.
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Arcadia, academia mágica
FantasiAlicia Wilkins empieza su nuevo curso en la academia mágica Arcadia, la más famosa de su región. Allí conocerá maestros que le complicarán la vida y compañeros que la harán más fácil. ¿Tendrá Alicia el valor y conocimiento para pasar de curso? Acomp...