Décimo Segundo Capítulo

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Minwoo compró una botella de vino barato de camino a casa. Se bebió dos copas y luego se fue a dar un paseo por el parque Hubbard. Se sentó en un banco, mirando a los corredores y los paseadores de perros y volvió la cara hacia el sol de primavera dejando que acariciara su pálida piel.

Se sentía curiosamente ambivalente acerca de salir de inmediato a buscar otro trabajo. No tenía ningunas ganas de ello, sólo quería estar sentado ahí al sol hasta que oscureciera. ¿Qué pasaba con Donghyun? Estaba claro que iba a pagar el tratamiento de Tyron y claramente no le guardaba rencor por haberse marchado de esa manera la noche del sábado.

Tendría que haberle guardado rencor. Era completamente indulgente, demasiado tierno, demasiado cariñoso. Ya no era el hombre que había obligado a Minwoo a acostarse con él.

Diablos, apenas había sido forzado ya que Minwoo había accedido a ello, ¿no era esa la verdad? Todavía quería eso. Los ojos se le empañaron cuando pensó en cómo sería tener una familia feliz con Donghyun, Lucky y Tyron. Ridículo. ¿Iba a permitir que Donghyun lo apoyara? ¿Viviendo en su casa, siendo mantenido y que lo paseara en su BMW? Y, además, ¿había Donghyun incluso dado ninguna indicación de que su relación se dirigía tan lejos?

Bueno, sí, lo había hecho. Le había dicho a Minwoo que lo amaba y aunque Minwoo no era un hombre de miras estrechas, adivinó que las personas que se amaban por lo general vivían juntas.

Sin embargo eso no quería decir que amara a Donghyun. Las extrañas sensaciones de Donghyun eran su propio problema. A Minwoo le gustaba por sus proezas en la cama, eso era todo. Y sus besos. Y la forma en que hizo que Minwoo sintiera cuando lo estaba amando. Como si Donghyun estuviera ahí para salvarlo y que todo fuera a estar bien.

Su móvil vibró súbitamente contra su pierna y lo abrió para ver el número de la clínica veterinaria parpadeando.

—Hola. —La voz era como el calor fundido contra su oreja.

—Hola.

—Tyron ha estado durmiendo casi todo el día. Vomitó un par de veces más, así que le dimos un antiemético y empezamos a darle algo de líquido por vía intravenosa, ya que estaba un poco deshidratado. Le dimos sus antibióticos. Su estado es estable. Se va a poner bien.

Minwoo se apoyó en el banco con los ojos cerrados. —Gracias, Donghyun.

—No te preocupes. —Donghyun vaciló—. ¿Puedo ir a verte esta noche? Sólo para hablar.

Minwoo supuso que le debía eso a Donghyun después de todo. —Sí.

—Muy bien. Te veré después de las siete. Intentaré esforzarme para salir del trabajo a tiempo.

—De acuerdo. —Minwoo colgó. Se puso de pie y caminó hacia la salida del parque.

Minwoo limpió la casa como un demonio y cambió las sábanas de la cama. Luego se duchó y se afeitó antes de sentarse y beberse otro vaso de vino. La botella estaba casi vacía. No había comido nada en todo el día y el alcohol le dio un zumbido agradable.

Un golpe sonó en la puerta. Minwoo puso su vaso en la mesa y se levantó, secándose nerviosamente las manos húmedas en los pantalones mientras se dirigía a la puerta. Donghyun estaba de pie con una bolsa de papel bajo el brazo y una botella de vino en la otra mano. —Hola —dijo—. He traído comida para llevar.

Minwoo sonrió tímidamente. —Entra. —Donghyun lo siguió a la sala de estar—. Toma asiento. Voy a por cubiertos y platos.

Minwoo fue a la cocina y sacó los cubiertos junto con un vaso de vino para Donghyun. Se quedó de pie apoyado contra la encimera durante un momento, respirando profundamente y tratando de decidir hasta dónde quería llegar esta noche.

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