Segundo Capítulo

9 0 0
                                    

Donghyun pasó la noche sin dormir acostado bajo las mantas, con los oídos zumbando con las palabras de Minwoo. Él se rió y gimió lascivamente. Jesucristo, no podía creerlo. El hombre más excitante que había conocido le había ofrecido su cuerpo en bandeja. Cualquier cosa, le había dicho. Cualquier cosa y me refiero a cualquier cosa.

El miembro de Donghyun se puso rígido y lo acarició mientras pensaba en Minwoo a cuatro patas, mostrándole el culo, ofreciéndoselo.

Oh Dios, era demasiado. Sólo la idea de ventilar toda su frustración sexual en Minwoo era demasiado para poder soportarlo. Se estremeció con fuerza, eyaculando sobre su vientre, imaginando esos ojos grises mientras se venía.

En el resplandor, con su respiración tranquilizándose y los latidos del corazón volviendo a la normalidad, se sintió avergonzado. Minwoo se había ofrecido a prostituirse porque amaba demasiado a su perro. Y en vez de sentirse horrorizado por haber llegado a eso, Donghyun simplemente había fantaseado acerca de tomar ventaja sobre él en la peor forma posible.

Se volvió hacia un lado, mirando sin ver a través de la oscuridad. Era un ser despreciable.

Pero no era más que un hombre, después de todo.

Minwoo se sentía tan asqueado cuando entró a trabajar por la mañana que pasó diez minutos encerrado en el cuarto de baño sobre el inodoro. No podía creer lo que había hecho. No podía creer que Donghyun lo hubiera tratado con ese desprecio y asco. ¡Sabía que le gustaba a Donghyun! Había visto el interés en sus ojos desde el momento en que había entrado por la puerta. Pero él se negó -tal vez el niño rico no le gustaba jugar con los pobres-. Tal vez tenía miedo de coger alguna enfermedad típica de los pobres. Así que Minwoo se había degradado a sí mismo, había ido allí poniéndose de rodillas y ofreciéndole lo único que tenía para poder salvar la vida de Tyron y Donghyun lo había despreciado.

Me odio a mí mismo.

Se sentía como si estuviera en una espiral descendente y el accidente de Tyron le hubiera empujado aún más hacia el fondo. El dinero, su trabajo, su bazofia de casa, su soledad... Todos ellos conspiraron para golpearle aún más. Por el momento no podía ver qué camino tomar. La culminación de vivir años así llegó rápidamente sin avisar y lo envolvió en la desesperación de una forma que nunca había conocido. Se sentía desesperado, golpeado por la vida.

Se echó un poco de agua en la cara y salió a empezar a trabajar. Eran las ocho menos veinte de la mañana y ya iba diez minutos tarde. Su corazón se sentía plomizo en el pecho. No había dormido en toda la noche porque la sólida presencia reconfortante de Tyron no se sintió en el extremo de su cama.

—¿Qué horas son estas? —Le gritó el encargado.

—Lo siento. Mi perro está enfermo. Le atropellaron ayer.

Hyunseung el encargado lo miró desde debajo de su casco durante un instante y por un momento Minwoo pensó que le iba a dar un respiro. No hubo suerte.

—Llegas diez minutos tarde. Ponte a trabajar.

Mientras se alejaba, el teléfono móvil de Minwoo -terminantemente prohibido durante las horas de trabajo- vibró contra su pierna. Minwoo se escabulló detrás de una columna y respondió.

—¿Hola?

—Hola, señor Noh. Soy el doctor Kim y le llamo de la Veterinaria Montpelier East. —El corazón de Minwoo saltó en el pecho y sintió como pasaba la bilis hasta el esófago. Estaba seguro de que Donghyun había llamado para decir que iba a sacrificar a Tyron. Minwoo estaba casi a punto de vomitar.

You & IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora