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El ojiverde se hayaba atónito, no encontraba las palabras dentro de su boca, no sabía qué hacer. El rizado lo único que quería era desaparecer, que la tierra se abriera y lo haga caer al vacío donde nadie lo encontrara nunca, es que, no esperaba que todo sucediera tan rápido, sí, tenía claro que quería que pasara, pero, ésta situación no concordaba con sus planes. Desde que su primo le había señalado desde lejos quién era Erick a los ocho años, quedó embelesado, los nervios nunca lo dejaron conocerlo.
Ahora, sin querer hacerlo, el azabache sabe de sus sentimientos hacia él, y por eso tiene ganas de que la tierra se lo trague entero.

-Tú- Erick murmuró sorprendido.

-No es lo que piensas.

Ríe con ternura. -¿Cómo sabes qué es lo que pienso?- Hizo una pregunta retórica. -Sí, eres tú.- El ojiverde no quería saberlo tan rápido, es más, quería dejar de hablar y callar a su boca insoportable, pero algo dejaba ese deseo hasta el fondo y a cambio dejaba salir el otro, el que quería, anhelaba que fuese Joel el chico de las notas.

Joel se encontraba asustado, no sabía qué hacer, no estaba esperando salir del anonimato tan rápido, es más, esperaba hacerlo nunca.

-Pero- Siguió confundido el azabache. -¿Por qué lo haces?

Resignado, habla. -¿Que si por qué lo hago?- Resopla. -Erick, te conozco desde hace mucho antes de que tú me conocieras a mí- duda un momento en seguir hablando, ¿Y si asustaba al ojiverde y salía corriendo? -Chris, él me estaba ayudando con esto porque desde que te conocí- Suspira. - Me enamoré de ti- Suelta al fin.  -Desde hace ocho años estoy loco por ti y no encontraba la manera de decírtelo, esto, es muy repentino, yo no tenía planeado que fuera tan rápido y...- Un Erick sonrojado lo interrumpe.

-¿Qué tiene que ver Christopher en todo esto?- Pregunta. -¿Cómo él sabía quién eras?

Ríe nervioso. -Chris es mi primo, por eso él siempre supo que estoy enamorado de ti.

-¿Es en serio todo esto que me dices?- Sus sonrisa aparece con el asentimiento del rizado.

-Sí, muy en serio.- Sonríe mientras le toma de las manos. El azabache le devuelve la sonrisa con la misma intensidad, sus miradas se vuelven un sólo universo y viajan dentro de sus galaxias, sus latidos resuenan por todas partes.

Mientras las personas siguen con sus vidas y los niños siguen jugando sin preocupación en ese parque.
Dos jóvenes abren sus almas el uno al otro mostrando al mundo lo que se ocultó esos ocho años, volviendo ese parque, el inicio de una hermosa historia.

¡Hey, ojitos bonitos! • Joerick • TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora