CAPÍTULO 12

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En frente de nosotros se encontraba una criatura un poco más grande que un elefante, no era peludo, más bien su piel era como la de los humanos, solo que esta se veía brillante y enrojecida, como si le hubiera o estuviera ardiendo en aceite hirviendo, sus ojos eran negros sin ninguna clase de brillo, de su cabeza se desprendían tres mechones largos de pelo color ébano; de su mandíbula alargada como la de los lobos, largos y filosos dientes sobresalían, al igual que una espesa baba entre verde y amarillenta que quemaba al tacto, sus extremidades eran delgadas, pero resaltaban músculos en las partes correspondientes, sus patas eran alargadas como si fueran manos, estas eran bastante huesudas y con largas uñas del mismo color que el pelo. Por su forma se podría decir que era casi como un perro solo que sus patas traseras eran más largas que las de adelante como si fuera un hombre que estuviera en cuatro. Su espalda se curvaba hacia arriba permitiendo entrever su columna vertebral casi como si ésta estuviese saliendo de su piel. De sus fauces se desprendía un vapor espeso y denso visible para el ojo humano, era la cosa más horrible y extraña que había visto en mi vida.

 Con una de sus patas golpeó el piso como si se estuviera alistando para embestir. Y así lo era, sin pensarlo dos veces, los tres, salimos a correr adentrándonos nuevamente en el bosque sin mirar por dónde íbamos, yo solo miraba para mis costados para no perder de vista ni a Ruki ni a Aoi y miraba atrás, para saber si esa cosa continuaba siguiéndonos, sus zancadas eran muy rápidas, tarde o temprano nos iba a atrapar, pero fue más temprano que tarde.

Ruki tropezó con algo, me asusté al ver cómo mi amigo caía, me detuve y me devolví lo más rápido que pude para ayudarlo a levantar, pues veía que no lo lograba, al acercarme vi como la pierna de Ruki estaba atrapada entre dos raíces gruesas, Ruki luchaba con desesperación para liberarse, cuando llegue hasta él, coloque la caja con los pequeños tubos en el suelo y comencé a hacer fuerza entre las raíces para que mi vocalista pudiera liberar su pie, él también estaba asustado y aplicaba fuerza frenéticamente pues veía como esa bestia se aproxima hasta nosotros.

—¡MALDICIÓN! —exclamó Ruki ya furioso y asustado.

Abrí mis ojos como platos al ver como ese monstruo saltó de donde estaba abalanzándose hacia nosotros con sus fauces abiertas de par en par, cerré los ojos, cubrí a Ruki con mis brazos y agaché mi cabeza, íbamos a morir...

Un fuerte chasquido como de algo que se rompe retumbó en mis oídos, pequeños trozos de algo golpearon mi cabeza y espalda, levanté mi cabeza lentamente, lo primero que vi fue el cuerpo de Aoi enfrente de nosotros y el monstruo enfrente de él con su mandíbula detenida por un palo que mi compañero de guitarra sostenía.

—¡Quieren apresurarse! —exclamó Aoi con dificultad —, no puedo detenerlo por mucho.

Ruki había reaccionado más rápido que yo y ya había liberado su pie, pero cuando volví la vista y me disponía a levantarme vi volar a Aoi frente a mí. El monstruo se había deshecho de él con un manotazo y lo había mandado lejos, vi como chocó contra un árbol.

—¡Aoi! —exclame con frenesí, me levanté lo más pronto sin mirar dónde ponía mi pies y salí a correr, directo a socorrer a mi amigo. Volví a mirar para ver qué se había hecho el monstruo, Ruki lo distraía lanzándole piedras y cualquier cosa que encontraba, sabía que no iba a durar mucho, así que me apresure a revisar el estado de Aoi.

—¿Cómo estás? ¡Aoi! —llamé con impaciencia, ya que no me respondió, moví su cabeza suavemente no estaba herido, al menos no allí, recorrí con mi vista el resto de su cuerpo, cuando observé cómo de su brazo salía sangre.

— ¡Maldición! ¡Aoi despierta! —repetía con desesperación mientras inspeccionaba con cuidado la gravedad de su herida, se veía mal, eran cuatro prominentes rasguños que surcaban desde su hombro hasta la muñeca, también había alcanzado parte de su espalda, la sangre brotaba, pero era más como si lo hubieran quemado, me quite mi chaqueta y la camisa que traía, ésta última la rasgue un poco para hacerla más larga de tal manera que pudiera envolver todo su brazo, cuando apreté con fuerza para frenar el sangrado Aoi volvió en sí por el dolor. 

AFUERA DEL CAMINO [Fic de the GazettE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora