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Magia, esa era la única palabra para describir el cambio que había sufrido Robin desde que aquel pequeño había llegado a sus vidas. Había recuperado totalmente el color natural de su piel, su cabello había vuelto a ser tan fuerte como antes, incluso sus ojos brillaban de una manera de la que Zoro no conocía su existencia. Hablando del marimo. Zoro había encontrado en el pequeño algo que no esperó encontrar en un niño adoptado, no sabía que era pero sabía que aquello lo llenaba a él y también a Chopper. Este último disfrutaba de ir por las tardes a ver a su padre entrenar o impartir clases a sus alumnos, aunque a él no le gustase la idea de aprender kendo le encantaba ver a su padre repartir castañazos con las espadas de bambú a los alumnos que trataban de pasarse de listos con él, pero su momento favorito de día, definitivamente, era cuando Robin venía a su cuarto cada noche a leerle un cuento.

-Y el principito decidió que quería hacerse a migo del zorro y...- se detuvo al escuchar unos pequeños ronquidos venir de su hijo, cerrando así el pequeño libro entre sus manos y guardándolo en el cajón de la mesita de noche para continuar mañana.

- ¿Se ha dormido ya? - preguntó Zoro, viéndola entrar en la habitación con una sonrisa, SU sonrisa.

-Sí, me gusta poder compartir con alguien mi pasión por los clásicos de la lectura- explicó adentrándose entre las sábanas.

-Oye, a mí también me gusta escucharte leer- se quejó Zoro a modo de broma.

-Sí, pero tú te duermes a los cinco minutos- respondió con otra falsa queja.

-De que te quejas, el niño hace lo mismo- dijo el levemente indignado, recibiendo un pequeño toquecito en la frente por parte de la morena.

-Sí, pero el por lo menos él hace el esfuerzo de mantenerse despierto- Zoro se froto la zona afectada -además él es mi niño- explicó ella recostándose de lado mirándolo a él. Este la imitó.

-Sí, y yo tu marido- respondió con una sonrisa coqueta, acto seguido se acercó a ella besándola levemente haciendo que poco a poco este se fuera intensificando hasta que Robin los detuvo separándose.

-Zoro no, Chopper podría oírnos- explicó ella algo avergonzada.

Toda esta situación resultó en un "tira y afloja" en el cual, gracias a su labia, Robin pudo convencer a Zoro de que durante un tiempo nada de actos de adulterio, cosa que el peliverde aceptó a regañadientes. Yéndose ambos a dormir al poco rato.

Robin se despertó muy entrada la noche por culpa de la llamada de la naturaleza -las tres de la madrugada- susurró viendo el reloj digital a su lado, estuvo debatiendo varios minutos si valía la pena perder la vejiga por un par de horas más de sueño, llegando a la conclusión de que debía levantarse.

Abrió la puerta de su habitación, a aun somnolienta, notando un pequeño bulto delante de su de ella en medio de la oscuridad, encendió la luz y se encontró a Chopper medio dormido sentado en el suelo -Chopper, ¿Qué haces aquí? - preguntó alarmada arrodillándose frente al niño, sorprendiéndose aun mas al ver que el pobre tenia los pantaloncillos del pijama húmedos.

-Lo siento, quería ir al baño, pero no quería ir solo, así que vine a pediros si me podías acompañar, pero no me atreví a llamar a la puerta- explicó dando un largo bostezo, a la pobre mujer se le partió el corazón ante aquellas palabras. Así que sin pudor alguno cogió a su hijo en brazos y lo llevó hasta el baño, donde le puso unos calzoncillos nuevos y le cambio el pijama. Entonces se lo llevó al cuarto que compartía ella con su marido y lo acostó a su lado tapándolo hasta arriba con las sábanas - ¿Estas cómodo? - preguntó la morena de forma suave, este asintió en la oscuridad -Chopper- llamó ella -quiero que siempre tengas claros que puedes pedirme lo que quieras sin miedo a nada- explicó ella con una sonrisa, si no fuera por la poca luz que había, Robin se hubiera dado cuenta de un ligero tono rojizo que se hizo presente en las mejillas y nariz del niño.

-Pu... ¿Puedo pedirte un favor entonces? - preguntó con algo de vergüenza. Recibiendo un "adelante" como respuesta -en realidad son dos cosas- dijo antes de continuar -la primer es si puedes leerme un poco más de mi cuento- Chopper se tapó hasta arriba con la manta antes de continuar -y la otra es si puedo llamarte...- se detuvo un par de segundos -mamá- dijo finalmente asomando los ojitos por la comisura de la cobija. Partiéndole el alma a la pobre mujer, esta lo rodeó con sus brazos y le dio un ligero beso en la frente.

-Te leeré todos los cuentos que quieras mi niño- dijo dejando caer algunas lágrimas.

-Robin... digo, mamá ¿Por qué lloras? - preguntó el niño atemorizado - ¿Te duele algo? ¿Necesitas un médico? - preguntó tratando de revisarla.

-Estoy bien cariño- respondió feliz.

-Dormíos ya- se quejó una voz ronca, al parecer habían despertado a Zoro con tanta charla.

Seamos Una Familia. Zorobin. ReeditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora