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Veinticinco de diciembre.

Residencia de los Roronoa.

21:30 pm.

Robin estaba frente al espejo del baño arreglándose un para aquella noche, habían quedado toda la pandilla para ir a cenar al Baratie, el restaurante donde trabajaba Sanji, allí estarían todos reunidos de nuevo por fin. Hacía tiempo que no quedaban todos juntos y por una vez habían podido ajustar sus agendas para ir a cenar el día de navidad.

- ¡Mamá...! - llamó una voz al otro lado del piso.

- ¡Dime cariño! - respondió ella mirando hacia la puerta del baño.

- ¿¡Donde están los pantalones de vestir!? - preguntó el niño

- ¡Están en el segundo cajón del armario! – mencionó, volviendo a mirarse al espejo para cerciorarse de que llevaba bien puesto los pendientes.

- ¡No están! -gritó Chopper. Robin por su parte suspiró.

- ¿Y si voy y los encuentro que te hago? - amenazó con falso enojo.

- ¡Da...! ¡Da igual mami, ya los he encontrado! - aquella respuesta le causó gracia a la mujer.

Una vez terminada la tarea de arreglarse, fue hacia el salón encontrándose a su marido durmiendo en el sofá sin pantalones. Una vena resaltaba en la frente de la morocha, antes de dar un golpe sobre la mesita frente al sofá, haciendo reaccionar al peliverde.

- ¡Roronoa Zoro! ¡Hoy es veinticinco de diciembre, tenemos una cena importante y ya llegamos tarde! - gritó con fuerza a unos escasos centímetros del rostro del contrario.

-S... Si, ya voy- dijo algo asustado por el reciente escándalo.

-Te quiero ver afeitado, vestido y arreglado en cinco minutos- advirtió señalando con el dedo, acto seguido se marchó de la sala a quien sabe dónde.

- ¿Qué le pasa a esta mujer? - preguntó al aire, algo consternado. Soltó un bostezo y se fue a su habitación a cambiarse.

Varios minutos después ya estaban todos listos, más les valía si no querían conocer la ira de la denominada "Niña Demonio" y aquel nombre no lo llevaba por nada.

- ¿Todos listos? - preguntó Zoro subiéndose al coche.

-Yo sí, ¿Choppy? - preguntó Robin mirándolo por el retrovisor, a lo que este sonrió como señal de confirmación. Y así arrancaron el coche y se fueron directos al Baratie.

Durante el viaje no hubo mucha charla a parte que la que daba la radio, o alguna que otra conversación ligera entre sus padres. Chopper, por su parte, trataba de imaginar cómo serían los amigos de sus padres. Conocía a Franky, el cual resultó ser un hombre muy divertido y al tío Sanji, que era un gran cocinero, pero por lo demás no sabía cómo serían los otros. Una vez llegados al restaurante se bajaron del coche y deambularon un rato por el aparcamiento, al parecer sus padres buscaban a alguien.

- ¿Dónde estarán? - preguntó Robin al aire, tratando de mirar por encima de los coches que había en el lugar.

- ¡Robin! - gritó una voz no muy lejos de allí. Rápidamente la morocha se giró al reconocer la dueña de aquellos gritos.

- ¡Nami! - gritó la de pelo negro, corriendo hacia aquella pelirroja, una vez juntas se abrazaron y empezaron a dar saltitos como si fueran adolescentes.

- ¡Eh! Dejad las cursilerías, estamos en público y me avergonzáis- explicó molesto el peliverde.

-Yo también me alegro de verte Zoro- respondió la pelirroja guiñándole el ojo, este acto causó una leve repugnancia al susodicho.

Seamos Una Familia. Zorobin. ReeditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora