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Aquella era una noche cualquiera, una en la que Robin leía un cuento a su pequeño castaño. Siendo hoy el escogido "Las maravillosas fábulas y mentiras del Dios Ussop", al parecer aquella historia llena de humor y travesuras había llamado la atención del pequeño e incluso la de la mujer a cargo de leer aquella historia que, a pesar de ser para niños, Robin debía reconocer que era muy entretenida.

- "No puedo quedarme a cenar señor Gigante" - decía Robin, haciendo una burda imitación de su amigo narizón - "Mi abuelita está enferma y debo irme para cuidarla" explicó el Dios Ussop- relataba la morena.

-Vaya, ¿El Dios Ussop tiene una abuelita enferma? - preguntó el pequeño incrédulo.

-Creo que esta vez si se trata de una mentira- respondió la mujer, sonriente mientras pasaba la página para seguir con el cuento.

La noche continuó hasta que Robin decidió que ya era muy tarde para seguir leyendo, así que continuarían mañana.

-Buenas noches cariño- dijo la mujer, dándole un ligero beso en la frente al pequeño -que descanses- acto seguido se irguió dispuesta a irse a su habitación, pero una pequeña pregunta recorría la memoria del pequeño.

-Mamá- llamó algo dubitativo, la mujer se giró para atenderle - ¿Crees que la abuela del Dios Ussop se recupere de su enfermedad? - Robin enterneció ante la inocencia de su hijo, mostrándole una sonrisa digna de la madre del año.

-Estoy seguro de que el Dios Ussop no permitiría que nada malo le pasara a su familia- explicó -y ahora a dormir- apagó la luz y finalmente cerró la puerta.

Chopper se quedó a oscuras bocarriba en su cama, ¿Realmente se pondría bien la abuelita del Dios Ussop en los próximos capítulos? Puede que, para cualquiera, aquella cuestión fuese una tontería, pero para Chopper era una duda existencial que le estaba quitando el sueño, haciendo que más y más preguntas pasasen por su mente ante la falta de sueño: ¿Los dioses podían tener abuelas? ¿Cómo sería la abuela del Dios Ussop? ¿Cómo sería su propia abuela? O más importante aún, ¿Él tenía abuela siquiera? Conocía a los amigos de sus padres y según estos dos, ellos eran su familia, pero por alguna razón tenía la curiosidad de saber quiénes eran los progenitores de las dos personas más importantes de su vida.

-Creo que el detective Chopper tiene una nueva misión- se dijo animado, para continuar con sus preguntas incoherentes, finalmente se durmió, pero no sin antes llegar a la curiosa conclusión de que la vida de los adultos era muy extraña.

A la mañana siguiente Chopper se despertó bastante temprano, curioso ya que la noche anterior casi no había podido pegar ojo, por culpa de las incesantes preguntas de su mente. Se levantó de la cama y se dirigió al comedor donde encontró a su padre, sentado frente a la mesa y bebiendo algo de café mañanero.

-Buenos días- saludó aún algo somnoliento.

- ¿Qué haces despierto tan temprano hombrecito? - preguntó el peliverde con una sonrisa ladeada.

-No podía dormir- explicó para soltar un ligero bostezo.

-Vaya por dios, si aún no se ha despertado tu madre- Zoro se mostró curioso mientras bebía un sorbo de su café.

-Ya...- respondió con simpleza, sentándose de manera algo torpe sobre las piernas de su padre.

-Oye Chopper- llamó el mayor, el pequeño giró la cabeza para mirar a Zoro -tengo que ir a hacer unos recados, ¿Quieres venirte conmigo? - aquella era más bien una excusa para no dejarlo solo en casa.

-Vale- respondió alegre.

-Genial- dijo dejándolo en el suelo -ve a cambiarte, nos iremos enseguida- y tras decir aquello, ambos se fueron a sus respectivos cuartos a vestirse para la salida padre e hijo.

Seamos Una Familia. Zorobin. ReeditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora