Capítulo 6: Obsequio

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"Cuidado si te elevas mucho hacia el cielo con ilusiones, puedes terminar en el suelo aplastada por la realidad"

– Entonces el problema está resuelto –le dije a mi amiga mientras nos dirigíamos a la cafetería en la hora del almuerzo.

– Sí, Jeffrey y yo llegamos a un acuerdo. Jhonatan irá a casa el sábado a conocerlo a él y Eulalia. Almorzaremos todos juntos y luego podremos salir –ella daba saltitos y sus ojos brillaban de la emoción, me alegré por ella.

– Me da gusto, así todos quedan satisfechos –ella asintió de acuerdo.

Llegamos a la cafetería y nos dirigimos al mostrador para elegir la comida. Tenía mucho apetito porque esa mañana no había desayunado, así que tomé un poco de ensalada, arroz, pollo y una pera; por su parte mi amiga sólo tomo una manzana y un agua mineral, eso me pareció extraño porque a pesar de tener una pequeña estatura mi amiga comía como una lima nueva. No le di mucha importancia y nos dirigimos a una mesa vacía que se encontraba en la esquina noroeste del lugar, desde allí podía verse a los estudiantes entrar a la cafetería.

– Y... ¿cuándo podré conocer al chico que hace aflorar tu lado rebelde? –bromeé con ella, pero al parecer estaba muy ocupada con su teléfono como para notarlo, tardó unos minutos en dirigirme la palabra.

– ¿Qué opinas de que sea ahora? –me dijo apartando por un momento la mirada de su teléfono.

– ¿Ahora? ¿Por qué? ¿Está por aquí? –miré a mi alrededor para saber si se encontraba cerca, lo que fue estúpido considerando que no tenía ni la más remota idea de cómo lucía.

– De hecho... ya viene para acá –pude notar cómo le sonreía a alguien que se encontraba a mis espaldas, yo seguí su mirada y observé a un chico alto, delgado, piel trigueña y de cabello en ondas lo suficientemente largo como para rosarle la frente; que se encontraba a unas dos mesas de distancia.

– Pero te advierto que es algo tímido –me lo dijo casi en un susurro, como si me estuviese haciendo una confidencia.

El chico llegó y saludó a mi amiga con un beso en la mejilla, luego Hanna hizo las presentaciones pertinentes y el estrechó mi mano con una sonrisa educada en su rostro.

– Toma asiento por favor. –le pidió mi amiga y él así lo hizo, ubicándose a su lado y justo en frente de mí.

– Es un gusto conocerte al fin Jhonatan. –le dije de buena manera.

– Igual yo, Hanna me ha contado muchas cosas sobre ti –me gustó su acento, le daba un aire... interesante, y su piel tostada por el sol hacía resaltar el hecho de que no era de por aquí.

– Espero que buenas –me reí y él se unió a mis risas.

– ¡Oh Amanda! –Me riñó mi amiga– Por supuesto que sí.

– Bueno, yo nunca sé cuándo decides contarle a un extraño sobre mis bochornosas hazañas. –le dije con un deje de ironía.

– ¡Por favor! Tampoco es que han sido tan graves –yo la mire con cara de "eres una mentirosa".

A todo eso Jhonatan nos miraba interrogantes y Hanna se dirigió a él para explicarle sobre lo que hablábamos:

– Amanda es un tanto distraída y podría decirse que tiene dos pies izquierdos, lo que da como resultado alguna situación desastrosa. Una vez íbamos caminando por la calle, íbamos rápido porque se nos hacía tarde, y ella terminó pegándose de lleno en la frente con un letrero rojo y grande imposible de no ver, pero claro ella estaba tan distraída que ni se percató. Lo peor es que terminó cayendo de bruces al suelo.

No existe un "tal vez"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora