Y con eso, la llamada terminó.
Quité el teléfono de mi oreja y lo miré, con una expresión de confusión en mi rostro. Me levanté de mi cama y caminé escaleras abajo. Abrí la puerta lentamente, esperando ver el rostro que moría por ver desde hace semanas.
Pero él no estaba ahí.
En su lugar, había un envoltorio blanco. Miré al patio delantero buscando algún rastro de él, pero no encontré nada.
Levanté la carta del suelo y la examiné. Estaba sellada y mi nombre estaba escrito en ella, con la desordenada y usual letra de Luke. Pasé mis dedos por la tinta negra, causando que se corriera un poco. Acababa de escribirla.
Mi corazón saltaba y cerré la puerta antes de subir las escaleras.
Tomé un profundo suspiro antes de romper el sello del envoltorio, y sacar una hoja de papel. La descuidada escritura de Luke abarcaba los dos lados de la hoja. Tragué duro antes de ver el frente y comenzar a leer.
Querido Michael,