28/03/14.
Querido Michael,
Me haces sentir. Me haces sentir en la agonía más intensa y no puedo encontrar una manera de hacer que se vaya.
He pasado horas contemplando las palabras correctas para decirte, pero ninguna de las 26 cartas que he escrito puede capturar lo que este sentimiento es.
No estaba acostumbrado a ser querido, Michael. No sabía cómo reaccionar cuando me demostrabas lo mucho que yo te importaba porque, bueno, nunca le había importado a alguien tanto como te importo a ti.
¿Recuerdas cuando te dejé en el concierto? Manejé a casa esa noche con el sabor de tus labios todavía impregnado en los míos y tus caricias por debajo de mi ropa. En ese momento, juro que no había ningún centímetro de mi que no te sintiera. Por eso necesitaba irme.
No quería alejarme de ti, quería alejarte de mí. Todo lo que siempre haré es herirte. Sin quererlo, claro, pero lo haré. Te haré sentir como la persona más feliz del mundo al principio, te besaría y te diría que te necesito.
Pero luego, te alejaría. Te ignoraría. Te rompería por dentro, y no quiero eso para ti. No quiero eso para mi. Soy una bomba y no puedo evitar explotarme a mí mismo en el rostro, pero puedo evitar que estés cerca cuando eso ocurra.
Sé que dije que te escribiría diario, pero creo que es mejor que no estemos en contacto. No quiero darte falsas esperanzas.
Esto no es un adiós, Michael. Nunca será un adiós. Nuestra historia no ha terminado.
Tan sólo se quedará incompleta para siempre.
-Luke.