Capítulo 10. I/II

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Carter Pov. Una semana y media después.

Las mujeres hacían al hombre débil, pero en una forma preciosa y satisfactoria para ambas partes, una vez que tenías sexo con ellas te traían de rodillas. El deseo era algo poderoso, mostrándose claramente en la organización de la sociedad; una mujer inteligente con un buen cuerpo podía ser desde camarera hasta la que curara el cáncer, pero la belleza no solo residía en lo físico. Las grandes mujeres no lo necesitaban  y mi esposa era una ellas, teniendo así como un extra su belleza; bien toda esta mierda de divagación me habían derivado a lo nuevo que aprendí hoy, Danielle me traía de rodillas y yo no era el único.

Apenas hable con  papá me hizo saber que la empresa seria completamente mía para finales de enero, vaya que esa noticia me satisfacía, pero incluso después de pasar cinco minutos con un montón de palabrería formal, él molesto con más de una hora de hablar sobre lo grandioso que era yo estando casado con Danielle. Eso removió el infierno en mí, incluso yo me había notado lo grandioso que era estar a su alrededor, dándome cuenta así que no la quería dejar cuando llegáramos a enero. Danielle me hacía débil y la falta de control era algo que me ponía de los nervios.

Abrí la puerta, pensando en cuán rápido podía comer, ver algún juego de futbol y avanzar a tener mucho sexo caliente cuando pise un gran charco de orina, presumiblemente de perro. Gruñí irritado y levante el pie, cuero italiano cocido a mano negro, totalmente arruinado y empapado, olía a orina y comida casera. Iba a matarla después de comer la cena.

-¡Danielle!

Sus zapatillas resonaron por la espaciosa sala y freno derrapando en el piso de mármol del recibidor, sus labios se apretaron y su piel palideció. La pequeña bola de pelos blanca se escondía detrás de sus piernas, tome a la maldita cosa y entrecerré los ojos en dirección de mi esposa.

-Consíguele una guardería, ahora.

-No lo…

-Estoy hablándote enserio, consíguele un lugar o accidentalmente la puerta, el ascensor y la entrada del edificio quedarán abiertas, provocando así que se escape – la corté.

Ella tomo la cosa peluda en sus manos y se dio la vuelta, su cola de caballo me abofeteo la mejilla izquierda, desapareció por unos segundos y volvió con toallas desechables y una trapeador. Me quite el zapato y lo descarte en la basura de la cocina, en el plano abierto la observe trabajar con una expresión furiosa en el rostro, con sexo o no ella no tendría poder sobre mí en esto.

-Solo escucha – pidió entre dientes – He tenido un día de mierda ¿Sí? Mi chef principal no llego, mis camareras tuvieron una discusión, uno de los bármanes vomito por toda la barra y Tori despidió a una aseadora que robaba la caja – ella suspiró – Solo llegue a hacerte la maldita cena y olvide por completo sacar a pasear a la perra, no sé porque no la quieres, ella no te ha molestado.

-Hasta hoy – repliqué – A diferencia de ti que eres una constante irritación.

Ella jadeó, eso le dolió. Inmediatamente me sentí culpable, pero yo también llevaba un día de mierda y adivinen de quien es la culpa: Danielle; todavía no decía como decirle que quería que se quedara, pero obviamente esta discusión no estaba dando resultados.

Danielle giro sobre sus talones y desapareció por el pasillo, dejándome solo y con una discusión inconclusa. El reloj del horno timbro y me gire a sacar su contenido.

Dulce niño Jesús, ella me había hecho lasaña aunque tuvo un día de mierda. Quizás yo podía hacer una concesión como dejarla con los otros perros en el alberque en recepción, mis vecinos parecían conformes con cómo eran cuidadas sus mascotas.

Serie, La esposa del magnate #1. A marriage only in name.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora