La primera sensación que puede distinguir, es el empalagoso aroma de los antisépticos populando en el ambiente estéril. Intenta abrir los párpados con dificultad, puesto que ambos pares de pestañas de sus ojos, parecen firmemente aferradas entre sí, evitando que él pueda observar correctamente, distinguiendo apenas y nada más que sombras emborronadas a su alrededor.
El dolor es punzante y se sube a lo largo de sus sienes, como la crónica de una migraña ya anunciada, en el momento en que él, bruscamente, separa las pestañas superiores e inferiores de un jalón.
Gruñe, incorporándose ligeramente, y su voz suena áspera, como si no la hubiese usado en un buen tiempo. Además, hay un fuerte sabor amargo, una rara mezcla de bilis y algo seco, como si hubiera fumado sin descanso por un siglo. Humo. Agita la cabeza y el dolor sigue su camino al rededor de su cráneo. Entonces, en medio de la incomodidad que nota a lo largo y ancho de todo su cuerpo, los ojos azules como el cielo, lo invaden, y aunque los conoce, no los reconoce. No puede darle nombre a la persona a la que pertenecen esos hermosos ojos.
— Él. ¿Quién es él?
Un torrente de tos reseca que le lastima la garganta sale de improviso, y Bucky se dobla dolorosamente sobre sí mismo. Entonces la joven enfermera de cabellos castaños, amarrados firmemente en un moño por encima de su cabeza, entra súbitamente, con una tabla para sujetar papeleo bajo el brazo y una charola llena de medicamentos entre las manos. Al percatarse de su presencia. ella suelta un jadeo, aparentemente muy sorprendida. Bucky no en tiende el porqué.
— ¡Estás despierto! — Suelta exaltada — ¡Dame un segundo, llamare a ese moc...tu amigo!
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En realidad, Steve se sorprende cuando los vuelve a ver; esta dando vuelta entre los pacientes (Otra vez, y aunque la enfermera de aspecto severo se lo prohibió) cuando lo ve: el cabello del color de las brazas a punto de apagarse y el puente de la nariz lleno de puntitos cafés.
Esta sonriendo mientras alimenta cariñosamente a su amigo, que ya no es un cuerpo flácido entre sus brazos, sino un chico de aspecto apenado que, con mejillas rojas, parece reticente a aceptar que le dé la comida como si de un niño pequeño se tratase. Aun así, termina acepta sola cuando las mejillas pecosas se inflan en un puchero de insatisfacción. Steve no puede evitar sonreír: la escena le parece más que familiar.
Se encoge ligeramente y esta apunto de girar sobre sus talones para volver a vigilar el cuarto donde se encuentra Bucky, cuando una voz estruendosa e hiperagudizada por la emoción, chilla en su dirección una y otra vez. Steve, avergonzado, ladea un poco el rostro hacia el lugar donde el chiquillo con cabello de zanahoria sigue moviendo sus brazos en un extraño ademán aparentemente hecho para atraerlo. Sin mucho mas que hacer, y sin ver algún modo poco obvio para evadir, se voltea y camina hacia él, y también puede ver como el chico moreno en el camastro tiene el rostro compungido en una expresión avergonzada que mantiene medio oculta bajo sus palmas.
Sonríe suavemente y, más relajado, los saluda.
— Hey— Dice, pues aún no sabe sus nombres. Y la respuesta es inmediata; ojos en rendijas y sonrisa gigante.
— ¡Hey! ¿Cómo vas? ¿Cómo vas con tu amigo? ¡Por cierto! Yo soy Charlie, y él es Luois. — Codea al moreno, quien asiente a regañadientes— acabo de notar que tampoco sé tu nombre...
— Steve — Murmura y carraspea, es demasiada energía de frente — Steve Rogers.
— Me gusta. Te queda.
— ...¿Gracias?
— ¡Es...!
— Ya déjalo, Charls, lo estás asfixiando.— Interrumpe Louis. Charlie se gira y le dedica una mirada mordaz, sin embargo, guarda silencio.— Perdonadle, es un parlanchín.
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Dos chicos de Brooklyn (Stucky)
FanficNi héroes, ni poderes. Simplemente dos chicos comunes tratando de llevar de la mejor manera su amor en medio de una época poco adecuada mientras viven las trivialidades de su día a día. _____________ Los personajes presentes en este fanfic pertenece...