Primavera: Inicios.

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Dedicado a : @Zora1999
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En el momento en el que Steve selló la última caja con los adornos de Navidad y la ropa de invierno, éste quedó, oficialmente, atrás. Él observa los fardos perfectamente empacados y sonríe dándose por satisfecho. Por su parte Bucky empieza a cargar los paquetes para ordenarlos según Steve le indica; las guarda en el fondo del armario, donde permanecerán hasta la siguiente temporada.

Bucky alarga la mano y alborota el rubio cabello de Steve, ignorando las quejas que salen de la boca de su amigo. Stevie gruñe y bufa. Él en cambio deja salir una carcajada limpia. La primavera ha llegado y con ella mejores posibilidades de trabajo y mayor facilidad de recuperación por parte de Steve.

Eso, por supuesto, lo tranquiliza.

Ante el sonido claro y fresco de la risa de Bucky, Steve no puede evitar quedarse encandilado. Entonces James decide que lo ha hecho bien, a seguido las instrucciones tal cual su temperamental muchachito ha ordenado y merece un premio; envuelve sus brazos alrededor de la delgada figura que es Steve entre sus fuertes brazos y entierra la nariz entre las suaves hebras doradas. El aroma a caramelos de leche y algo más ácido lo inunda, llenando de tranquilidad su pecho y paradójicamente causando que un millar pequeños agujeros negros se congreguen en la boca de su estómago.

Últimamente Bucky ha dedicado mucho tiempo tratando de averiguar el significado de todas las sensaciones que es capaz de causar Steve en él, pero aún no logra una respuesta concisa.

Cuando Steve lo mira, alzando el rostro, con las mejillas sonrojadas y batiendo ligeramente las rubias pestañas, Bucky siente la necesidad rozarlas con las yemas de los dedos; seguir por los párpados, la frente, bajar por el puente de la nariz, los labios, y detenerse allí.

Bucky no sabe cómo sentirse en el momento en que se descubre a sí mismo deseando poder cambiar sus dedos por sus labios. Confundido por sus pensamientos inquietantes, se aleja de Steve y desaparece por el pasillo.

El sonido de la puerta principal cerrándose hizo eco en el lugar mientras Steve seguía observando fijamente el lugar por el cual su amigo se había alejado de él de manera precipitada.

¿Había hecho algo malo...?

Durante las siguientes tres semanas las cosas parecen cada vez más tensas. Bucky sale muy temprano y regresa muy tarde al apartamento. E incluso cuando se encuentra en casa, parece decidido a ignorar la existencia de Steve.

Steve, en cambio, parece un animalillo perdido, vagando sin rumbo aparente mientras intenta hacer memoria de qué pudo haber hecho para causar el actual comportamiento de su mejor amigo.

No logra encontrar nada, por supuesto.

Las noches son cálidas y frescas, el viento sopla de manera agradable, colándose por las ventanas abiertas de par en par del apartamento, haciendo que las cortinas blancas de hijo con delicado encaje bailen suavemente, logrando una visión casi etérea del chico que nuevamente duerme acurrucado sobre el alfeizar de la ventana, esperando.

Esperándolo a él.

Bucky se siente como la peor escoria en esos momentos, pero ¿Que se supone que haga exactamente? La revelación de sus propios sentimientos lo agobian terriblemente, sabiéndolos inmorales e incorrectos de muchas maneras, no puede sino intentar que cedan con la lejanía de su causante; pero no funciona, y no lo hace porque, aunque físicamente no se encuentre allí, Steve siempre, de algún modo, está a su lado, en su cabeza y el fantasma de su tacto acariciándole el alma. Y Bucky se descubre cada vez más necesitado de acariciar la piel que se esconde bajo la tela, adivinándose suave y tersa, y aún más, de beber de los labios amapola, acariciándolo con los suyos.

Dos chicos de Brooklyn (Stucky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora