TIEMPO CERO II

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«Embargo hipotecario»


El título del archivo que le había entregado Lee le hizo fruncir los labios. Genial, su tipo de labor preferida. No podía estar más a gusto cuando entró al salón de reuniones del cuarto piso. Un espacio apenas decorado con el fin de ser tan frío como la compañía misma. Sin flores, ni cuadros modernos. Tampoco habían juegos de vasos especiales. La mesa era amplia, de una madera carísima barnizada en un caoba oscuro. Las sillas impersonales, negras y repartidas con una obsesión que rayaba en el trastorno.

Lo único que parecía absorber la atmósfera dentro de esas cuadro paredes era el paisaje de la urbe, un estallido de movimiento que se dejaba entrever en las persianas que evitaban la ceguera de los asistentes por la luz (y las miradas indiscretas con afanes paparazzi en la noche).

Un espacio que Kim detestaba con una pasión incomparable. Tanto, que fue notoria su mueca al ingresar en él y tomar asiento en la cabecera, sin dar grandes saludos. Una vez instalado, se limitó a revisar las fotografías y los papeles del expediente antes de levantar la vista, momento en que reunió su mejor ánimo para dirigirse al desconocido: —¿En qué puedo ayudarte?

Al encontrarse con el compuesto hombre, agradeció no haber usado un usted para alimentar su vanidad. Cuando observó su rostro tuvo la impresión de que era menor que él, aunque sus facciones demostraran una arrogancia que quería dar la imagen de todo lo contrario. Iba bien vestido, con las mangas de la camisa arremangadas sobre el antebrazo y la chaqueta colgada en la silla sin cuidado.

Kim arqueó una ceja, ¿creería que estaba en su sala de estar? Poco valor le faltaba para rascarse ahí las pelotas.

—Mi cliente quiere pagar esta deuda vencida para evitar el embargo de su casa —el tipo contestó tan rápido que a Jin le costó seguir sus palabras. A su vez, y sorprendido por el descaro de su voz, lo analizó unos minutos. El extraño, a modo de respuesta, jugueteó con el vaso frente a él.

Como pensaba, era sólo una fachada. El más joven estaba muy nervioso.

—Nos gustaría que CheonWoo & Seo Consulting le pida más tiempo al banco —. Terminó de aclarar su petición, manteniendo sus ojos sobre los de Kim.

—No quiero cortar tus ilusiones tan pronto, pero nuestro cliente no permite la refinanciación —aseveró el castaño sin mayor lástima.

—¿Y qué le digo entonces a mi cliente? —El visitante se apoyó encima de la mesa con ambos codos. 

Sí, definitivamente, nervioso.

SeokJin se estiró en su silla, cruzando una pierna en forma de cuatro sobre la otra y ajustándose la chaqueta sobre su amplio pecho. Luego, carraspeó midiendo las escasas opciones.

—¿Señor...? —Cambió el trato con cuidado al desconocer los antecedentes del hombre frente a él. Quien, por supuesto, no correspondía a lo descrito por su asistente y podría tratarse de cualquier pobre diablo. Gracias, Lee. Tu eficiencia nos regala años de vida.

—JungKook. Jeon JungKook.

—Señor JungKook...

—Puede llamarme como quiera, hyung. —Interrumpió, logrando que Jin levantara una mano para decirle que calmara los ánimos hasta que le explicara la desalentadora situación. ¿A qué iba ese trato tan cariñoso? No pudo evitar sentir cierta incomodidad. El mar de basura humana que trabajaba en CW&S Consulting estaba lejos de tener alguna demostración de respeto.

—¿Tienes alguna opción de conseguir una escritura a cambio de lo que solicita tu cliente?

JungKook comenzó a hablar varias veces, emitiendo sonidos donde deberían ir las respuestas coherentes. Ante la notoria ignorancia del menor, Kim suspiró.

MAYHEM ▹ JinKook/KookJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora