TRES HORAS

711 110 20
                                    

La mano apoyada en el sofá, pronto regresó a la mandíbula de JungKook para que aguantara en su sitio. Una vez que SeokJin llenó todo a su paso topando con la garganta, una queja sosa se manifestó en un golpe de Jeon sobre su muslo izquierdo.

—Cuidado con los dientes —Advirtió Kim en respuesta por última vez, deslizando su pulgar a través de uno de los caninos de su acompañante hasta apretar la encía. El menor estaba tan tenso que delataba su escasa experiencia en el ámbito. Al menos, en ser controlado involuntariamente.

Pero, ¿por qué se adaptaba tanto? Era otra de sus fachadas. Sus actuaciones para disimular el nervio, la incertidumbre, el fuerte deseo de complacer sin querer admitirlo. Jeon no era un hombre escuálido, con esos músculos pudo reducir las intenciones del abogado a nada. Y allí estaba, desviando la mirada con vergüenza porque la saliva se le escurría por el mentón al tener problemas en acomodar todos esos centímetros de verga en su boca.

Jin sonrió.

¿Qué pasaría si le tomaba por detrás de las orejas y le follaba la cara?

JungKook lo descubrió.

Enterró los dedos en la pierna del castaño a medida que la superficie rugosa se golpeaba con su paladar. La furia de las embestidas le daba un mensaje conciso: esta mamada no tenía nada ver con él. No lo hacía cuando el glande moldeaba las glándulas que ardían a su paso. No lo hacía cuando intentaba succionar y su acompañante iba al ataque de nuevo. Ni siquiera podía usar su lengua sin que entorpeciera el paso.

Esta mamada era cosa de SeokJin y de haber encontrado un agujero llamativo para desquitarse con toda la puta gana que se le placiera. Podría haber sido otro, pero él estaba a la mano, ¿no era así? El gusto salado del líquido preseminal le hizo producir más baba de la que deseaba y terminó por dar una arcada en un ataque directo a su campanilla. La quijada la sentía dormida y ya no podía subirla y bajarla con total disposición.

El mayor acomodó una rodilla en el sillón para darle más soporte a las estocadas y Jeon cerró los ojos para impedir que la humedad en ellos se notase. Dolía. La erección era muy grande. El grosor lo obligaba a abrir el maxilar a su límite pero, a su vez, tenía que apretar sus labios para no seguir derramando líquido por todas partes. Como una maldita guarra sin kilómetros recorridos.

Jin gruñó cuando sus caderas oscilaron para ajustar, una vez más, el ritmo de cada metida. Sus jadeos eran más suaves de lo que JungKook había sopesado y eso lo hacía un carajo de contradictorio si tenían en cuenta cómo lo estaba dejando sin cavidad bucal por pura apetencia. Juraba que si alguna vez en la calle alguien decía que Kim SeokJin era un hombre gentil, perdería la cabeza.

La segunda arcada vino y el litigante, ofendido, tiró de su cabello hasta despojarle por completo de la polla que goteaba.

—¿Qué mocoso es un asco en esto? ¿Podría ser JungKook? —Se mofó el castaño, acariciándole después las hebras oscuras y arremolinadas.

El estudiante recuperó aire. Su rostro estaba enardecido por el sobre esfuerzo y podría jurar que todavía sentía el pene destruyéndole hasta los pómulos.

—¡Han pasado como quince minutos y no te corres, fenómeno! —Gritó, con el orgullo por el piso.

—¿Será el virus? —Se cuestionó Kim, pretendiendo interés.

—¿Por qué no vas y le preguntas después a los gilipollas que nos dejaron aquí? —Un gallito, acompañado de una fuerte tos, casi hicieron irreconocibles las palabras del menor.

—¿Tu primera vez chupándola? —SeokJin estalló en risa. Aunque la gracia le duró poco cuando sus pelotas, todavía no aliviadas, le dieron un tirón simpático para que las vaciara pronto. —Probemos otra cosa, estoy al máximo aquí —un gemido acompañó la confesión cuando los dedos curvados acariciaron la extensión hinchada.

MAYHEM ▹ JinKook/KookJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora