En cuando lo noté mordiéndome el cuello, empecé a temblar.
Nunca había sentido a un hombre tan cerca. Tan caliente, tan duro... y a la vez tan delicado.
Me desgarró la ropa y se acercó con su boca a mi virginidad intacta, y comenzó a lamerla, sin dolor, introduciendo su lengua en ella, hambriento de mi. Y entonces, cuando vio que no salía el mejunje deseado, me giró de sopetón y me tumbó contra la blanda almohada. Me apartó el pelo de la cara gentilmente, lo último gentil que haría por esa noche, y empezó a hacerme de su propiedad.
Me entró tantas veces que perdí la cuenta, pero fue suficiente como para hacerlo salir todo.
Y salió de mi, causándome un dolor y una sensación de ausencia inmunda.
En cuanto me giró bruscamente y vio mis pechos, se contuvo para no jugar con ellos, pues fue directo a lo que salia de mi. y cuando entró en el segundo agujero con su lengua y oyó mis gemidos, sonrió y se alzó, comenzando a jugar, con mis pechos, mientras metía su miembro una y otra vez en mi, sin importar cuanto gritase. Ni a mi me importaba. Pero, al parecer se civilizó cuando le hablé de sus ojos, los cuales brillaban como dos rubíes.
Pero poco duró, porque por castigo por hablar me acercó su virilidad a la boca, y me soltó toda su semilla, la cual había dejado también en mi agujero femenino.
Cuando me quise dar cuenta, lo tenía totalmente dormido sobre mí, con su pecho favorito, el derecho, en la boca, y el izquierdo en la mano.
Y yo le acaricié el pelo, cantándole una canción que me enseñaron de pequeña.
Y sentí que volvía a ser el Alek dulce que conozco
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Infierno Radiactivo
Science Fiction¿Qué harías en un mundo vendido? ¿Sumirte a una empresa o luchar? La familia de Tchaikvosky Williams luchó durante generaciones por la libertad del ser humano, y ahora ella es la última superviviente... ¿Llegará a la altura de las demás generacione...