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9 de abril 2067

Una joven enfermera corría por el pasillo del hospital. Le habían encargado un joven que había tenido un problemilla con la turbo moto, que desembocó en accidente. En cuanto llegó, lo saludó y comenzó a vendarle el brazo.

-Hay que ver, eso te pasa por conducir una antigualla... ¿Quién usa turbo motos en estos tiempos?-Siguió vendándole el brazo a la vez que lo sermoneaba dulcemente. El chico no tendría más de veinticinco años, y, a pesar de no pasar ella de los veinte, era más inmaduro aún que ella.-A qué te dedicas?

-Mira, muchacha-Él trató de levantarse de la silla, pero le tenía demasiado bien agarrado el brazo- Más vale pájaro en mano que ciento volando. Y si es viejo mejor. El gobierno solo fabrica mierda para nosotros.

-Oye!-Al oír eso le tapó la boca rápidamente y señaló una esquina. Había cámaras.-¿A qué te dedicas, chico?

-A nada.-¿Nada? ¿A caso ese pivón podía ser solo un nini?

-El gobierno prohibió eso...

-No si fuiste de los pocos que quitaron de Chernobyl el pie de elefante y no murieron.

Entonces cayó en la cuenta y se alejó de el. Emitía demasiada radiación.

-Tranquila, que no mato-Eso le hizo calmarse, y siguió con su trabajo- ¿Cómo te llamas, preciosa?

Nada más oir el último halago, comenzó a sonrojarse

-Mi nombre es... Eliza...

-Vaya, asi que eres ucraniana...-Él sonrió confiado, tal vez no seria difícil arrastrarla a la cama

-No, rusa... ¿Y tu?

Al oír su país de procedencia, comenzó a asustarse. Hace poco, la nueva guerra fría se había reanudado.

-Arthur... Americano... pero no tiene importancia

Y al parecer, a ella no le importó, porque tras la consulta le había dado su número

"Eliza Rimski-Kóraskov, 887-9XX-X78-45 XOXO"

Él sonrió y se fue a su casa.

12 de mayo de 2067

Dos enamorados se encontraban, al igual que todas las semanas, en la fuente de la plaza.

Al principio, se limitaban a cogerse de la mano, pero ahora llegaban a más.

Aun así, aún no la había llevado a la cama.

Pero al parecer, no le molestaba. Al contrario. Le importaba tan poco...

Al menos la tenía de su propiedad.

Y eso era lo que le importaba.

-¡Arthur, vamos a por el nuevo número de Capitán Puerto Rico!

-¿Pero no fuiste a por uno la semana pasada, Eli?

-¡Me da igual, yo soy fiel a mi super héroe favorito!

Murmuró un ¡Qué chica! y se fue tras ella, que corría, animada, con ese vestido que le regaló, puesto.

Era tan tierna...

20 de junio de 2067

Un joven tiraba a su novia a la cama.

Para ella, era la primera vez.

Para él, la última en una larga lista.

Pero, para ambos, el momento en el que se miraron a los ojos, fue, por siempre, el mejor de sus vidas.

De hecho, nada más quedarse ella dormida, el sintió que sería la última chica, porque estarían juntos por siempre.

Nada más despertarse, a las nueve de la mañana, esperó a que él se levantase, porque adoraba ver su dulce rostro dormido.

Y susurró una y otra vez su nombre, Arthur, Arthur...

17 de agosto de 2067

Maldita sea, no podía ser.

¿No se habría equivocado? Lo dudaba

Hacía años que eso era infalible.

No sabía cómo decírselo... ¿Dos meses ya? Si solo fueron tres veces... por semana.

Aunque claro... no se había protegido...

¡Pero no, era imposible! ¿Y ahora qué diría su padre? ¡Embarazada a los diecinueve!

No le importaba, de todos modos, si hacía falta criaría al bebé sola.

En ese momento él salió de la ducha y lo miró tensa

-Qué te pasa, Eli?...-Le cogió las manos y la miró fijamente

-No es nada, cielo...

Él entrecerró los ojos y la miró amenazador

-¿Quieres saber qué pasa si le ocultas un secreto a Arthur Williams?

-Vale, vale, ahora te lo digo- Sonrió timidamente y miró al suelo- Supongo que ahora seremos tres...

Y él la abrazó, porque era la mejor noticia de su vida.

30 de noviembre de 2067

Un futuro padre miraba cómo nevaba a través de la ventana.

Ahora que los dos no trabajaban (Ella de baja, y él por razones obvias) las noches de amor iban en aumento.

Y en la casa aumentaban las inocentes dudas por parte de ambos

-Amor ¿Será bonita?

-Sin duda será tan hermosa como la madre- Le respondía él

-O como el padre... yo quiero que tenga tus ojos- Y en ese momento, los dos se miraban y sonreían, porque la pequeña era un milagro, accidental, pero un milagro.

Pasaron varios días eligiendo nombres, asustados, por si no eran hermosos.

Pero a él le parecía cada cual más bello, más original.

Un día, en uno de sus caprichos de mujer, él la llevó a la ópera.

La ópera, ese arte infravalorado en una sociedad moderna tan repulsiva para él.

De hecho las entradas fueron demasiado baratas...

Y ahí lo escucharon, el cascanueces, de Pyotr Ilyich Tchaikvosky. Y ella se empeñó que la pequeña se llamase Tchaikvosky, por tan genial compositor.

Y al parecer él también amaba ese nombre. De hecho, se lo susurraba a la pequeña barriguita

Vaya, otra vez, ella tenía la última palabra.

Pero eso era lo que la hacía tan especial para él.

20 de marzo de 2068

Cuando vino del super, ella estaba tirada en cama, gritando de dolor.

No podía ser... ¿Ya?

La cargó en brazos y la subió al coche, temblando.

A penas podía conducir de los nervios ¿Vendría sana? Seguro que si... ¿Sería lista? ¿Se parecería a ella?

Pero en tres horas, todas sus dudas fueron resueltas.

Era una niña, sanísima, con los ojos violetas de su madre y el pelo rubio de su padre.

Adorable, como ella, y fuerte como pocos.

A ella le recordaba al padre, en cambio a él le recordaba a su pareja. Pero llegaron a la conclusión de que tanto daba a quién se pareciese, porque la amaban.

Y eso era lo que les importaba.

¿O no?

(¿Quieres más? ¡Visita mi blog!: http://imjustinmyownway.blogspot.com.es)

Infierno RadiactivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora