Capítulo ocho

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Cepeda estaba ansioso porque por la llegada de Aitana, desde las diez llevaba dando vueltas por el salón de su casa, intentando calmar los nervios de su cuerpo.

Estaba algo alterado, debido a la incertidumbre de no saber dónde había estado la omega durante todo el tiempo y con quién, ya que el nombre de Alfred, llevaba retumbandole en su cabeza desde que había hablado con ella, en el día anterior.

Finalmente tras unos minutos más de espera, un coche estacionó en la entrada de su mansión y rápidamente el alfa se encaminó a la puerta principal para recibir a su esposa.

Al abrir la puerta, vio bajar primero a un joven alfa, moreno y bien parecido.

—Ese debe ser el alfa ese del que habló Aitana—susurró entre dientes.

—Hola, soy Alfred....Wow este lugar es increíble hermoso—dijo el más joven de los alfas, estirando su mano.

—Hola, yo soy Luis, Luis Cepeda—saludó este también, estrechandole su mano—Gracias, si es fantástico.

Mientras en el interior del coche, Aitana estaba temblando pues le daba miedo que Cepeda la repudiada o ya no quisiera saber nada de ella.

— ¿No me soltarás de la mano, verdad Amaia?.

— No tranquila, Alfred y yo estamos contigo y no dejaremos que te ocurra nada ... anda bajemos.

Tras bajarse, la omega esperó a su amiga y juntas caminaron hacia los alfas que parecían haber entablado buena amistad, ya que Cepeda no había olido el aroma de su omega en el novio de su amiga.

Tras bajarse, la omega esperó a su amiga y juntas caminaron hacia los alfas que parecían haber entablado buena amistad, ya que Cepeda no había olido el aroma de su omega en el novio de su amiga

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—Amor—Dijo el alfa muy sonriente al verla acercarse.

Rápidamente corrió a su encuentro y la abrazó fuertemente mientras dejaba besos por su cara.

—Oh Dios, te extrañé tanto mi vida— volvió a hablar mientras la omega no dejaba de llorar agarrada a su cuello

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—Oh Dios, te extrañé tanto mi vida— volvió a hablar mientras la omega no dejaba de llorar agarrada a su cuello.

Enseguida entraron a la casa y ya en el salón, la a de llaves saludó muy feliz a Aitana  y luego fue a ordenar unos refrescos.

El alfa abrazar a su omega pues aún no se creía que regresase, entonces olisqueó su cuello y observo orgulloso su marca pues esta estaba intacta.

En un momento dado, Cepeda quiso llenar sus pulmones con el rico aroma de su omega, el cual había echado mucho de menos pero en cuanto enterró su nariz en su pelo, se separó mirándola confuso.

—¿De quién es ese olor?, ¿Por qué hueles diferente?.

—Tranquilo Cepeda, no es lo que tú crees— Habló Alfred.

—Lu-Luis... es q-que y-yo...

—¿Tú qué?—preguntó muy molesto el alfa.

—No gruñas así, asustas a mi omega también— alfred veía que Amaia también había empezado a temblar, abrazada a su amiga.

—¡HABLA MALDITA SEA!—usó la voz finalmente.

—¡Es-Estoy em-embarazada!—chilló entre lágrimas, con todas sus fuerzas Aitana—...va-vamos a ser pa-padres.

va-vamos a ser pa-padres

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5. Sigo siendo tu alfa- Aiteda. Omegaverse (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora