Capítulo cuatro

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…—Raoul.

—Si, señor Cepeda.

—Ten el coche preparado. Saldremos en dos minutos.

—Claro señor, ahora mismo—Dijo el rubio chofer del empresario.

El alfa seguía en su empeño de encontrar a su omega pues sabía que, aunque estaba molesta también estaba necesitando de él pero su orgullo la dominaba y por eso no regresaba a su lado.

Tras coger su abrigo y un papel con una dirección que Ricky, el último entrenador personal que había contratado, le había dado, se subió al coche.

—Iremos aquí. Al parecer Aitana está ahí.—dijo el alfa mostrándoselo a su chofer.

—Señor y ¿cómo es que su entrenador conoce a la señorita Ocaña?.

—Al parecer es un estudio de fotografía donde trabaja. Por lo visto, Ricky ha posado más de una vez ahí y han coincidido — Cepeda estaba muy esperanzado.

 Por lo visto, Ricky ha posado más de una vez ahí y han coincidido — Cepeda estaba muy esperanzado

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—¿En verdad se fía de él?, puede que no sea verdad y se trate de alguien parecido.

—Debo hacerlo— habló Cepeda resignado—Ahora mismo estoy en un callejón sin salida.... Es como si la tierra se la hubiese tragado y esto es todo lo que tengo.

—Está bien señor, entonces vayamos a buscarla.—dijo el beta arrancando el motor.

El alfa suspiró, se recostó en el asiento y se puso el cinturón de seguridad, en realidad sentía que esa vez si la encontraría, su corazón se lo decía, aunque si finalmente la encontraba por fin, aún le quedaba lo más difícil, convencerla de regresar

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El alfa suspiró, se recostó en el asiento y se puso el cinturón de seguridad, en realidad sentía que esa vez si la encontraría, su corazón se lo decía, aunque si finalmente la encontraba por fin, aún le quedaba lo más difícil, convencerla de regresar.

Tras casi una hora de camino, consiguieron dar con el lugar, rápidamente el alfa se bajó y corrió al interior donde tras un mostrador se encontró con una sonriente omega.

—Buenos días señor, ¿En que puedo ayudarlo?.

—Hola buenos días...emm, e-estoy buscando a al-alguien— dijo el alfa algo aturdido, por la gran mezcla de olores que había en el lugar— esta es Aitana, ¿la reconoce?. Dígame si está aquí.

La omega asintió sin dejar de sonreír, haciendo suspirar aliviado a Cepeda.

—Si, claro que se quien es pero ella ya no está aquí. Su contrato con el estudio fue tan solo de una semana.

—Pe-Pero entonces... ¿no sabes donde puede estar ahora?—preguntó de nuevo con desespero.

—Espere...quizás esté en otro estudio de esta ciudad. Cuando estuvieron aquí, escuché hablar a las modelos que en las siguientes semanas harían distintos reportajes en otros estudios y también en exteriores.

El alfa asintió entristecido.

—Está bien, gracias por su tiempo.

Cepeda regresó cabizbajo al coche, se subió y tras soltar un gruñido frustrado golpeó el asiento con el puño.

El chofer no se atrevió a decir ni una sola palabra, ya que no hacía falta, tan solo suspiró con pesar y encendió el motor para así emprender la marcha, de regreso a la mansión de su jefe.

5. Sigo siendo tu alfa- Aiteda. Omegaverse (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora