Mi Hobbit

Una nueva aventura.

La puerta se abrió despacio.

Estaba tan adormilado por los medicamentos, que al ver aquel cabello oscuro pensó primero en Dis.

Aunque al ver a Thorin cargando a Fenrir, la sorpresa y hasta cierto punto el miedo le despertó por completo.

No entendía nada.

Thorin y su pequeño Fenrir, quien mordía la manga del enano.

Era imposible.

Cuando Legolas le advirtió de aquella droga, no esperaba ver tales alucinaciones.

-lamento despertarte, supongo que sigues adolorido-

-ahora esto más sorprendido que otra cosa, Dis te ha dejado entrar o han tenido que someterla entre 12 enanos para que tú entraras-

-aunque la idea se nos cruzó por la mente, temo admitir por experiencia que ni eso detendría a mi hermana-

Ambos rieron ante la idea, pero en voz baja por temor a que esta les escuchara.

-extrañaba tu risa Bilbo-

-si quieres recuesta a Fenrir en la cuna-

-creo que está bastante entretenido con mi manga-

-siéntate a mi lado entonces, si tú estás aquí debe ser para que hablemos-

-tu sabiduría es enorme-se burló mientras tomaba asiento.

Fenrir de inmediato se lanzó contra Bilbo, quien adolorido le recibió.

Lo que Thorin le haya dicho a Bilbo a partir de ese momento, solo ellos dos lo sabrían.

Pero fue suficiente para que Bilbo aceptara viajar hasta Erebor, claro está cuando se hubiera recuperado y los pequeños fueran un poco más grandes.

Fue así como dos años después una caravana de enanos, un elfo, un hobbit, un dragón y un mitad hobbit, mitad enano, cruzaron las puertas de Erebor.

Siendo recibidos por Dain.

Quien se burló por semanas de su primo, al saber todo lo que Dis le había hecho pasar.

Pero feliz al saber que Thorin había recuperado a su ladrón, a quien en secreto admiraba por lograr doblegar al cabeza dura de Thorin escudo de roble.

No hace falta decir que Frodo fue el ser más amado de todo Erebor, no solo era bien parecido como Thorin, poco a poco demostró un mente tan inteligente y noble como la de Bilbo.

Apenas tenía 2 años y medio, y las cartas para cortejarlo no habían dejado de llegar.

Cosa que provocó la ira y celos de su padre, y las burlas de toda la compañía, incluyendo a Bilbo.

Por suerte nadie se acercaría a Frodo, a menos que Fenrir así lo deseara.

Pues como todo buen dragón protegería siempre su tesoro, o en este caso a su familia.

Quienes lo consentían y mimaban, y más importante alimentaban a escondidas de Bilbo, pues a palabras de su tío Bofur era incluso más goloso que el propio Bombur.

Y comía cuanta chuchería los enanos le dieran, desde pequeños caramelos hasta uno o dos pollos asados.

Era una diversión verle volar de un lado a otro tratando de atrapar la comida.

Cosa que enfurecía a Bilbo, pues su pequeño no era un juguete, pero en parte le alegraba que todo el reino le hubiera aceptado.

Debía admitir que durante todo el viaje hacia Erebor, temía lo que pudieran hacer con Fenrir.

Pero daba gracias haber estado equivocado, pues fue gracias a la sabiduría y los encantos de Dain que todo el reino fue avisado de la llegada de su pequeño.

Y aunque muchos parecían inconformes al inicio, Dain les había convencido de que fue gracias a la existencia de Fenrir, y el valor de Bilbo, que Smaug había decidió desaparecer de Erebor, y que en un futuro Fenrir y Frodo protegerían de su reino junto al futuro rey Fili y el resto de la compañía.

Y he aquí entonces el final de este capítulo.

Bilbo continuo escribiendo entonces su larga aventura, al lado de su familia y amigos.

El primer consorte Hobbit que no solo ayudo a recuperar Erebor, también salvo al rey escudo de Roble de su locura y soledad.

Un Hobbit amado, que ahora vivía entre los grandes muros de piedra.

Quien continuaría escribiendo mientras pudiera, pues todos los días eran una nueva aventura.