Es raro y difícil decirles a todos que todo va bien si por dentro te pasa algo, pero si algo me ha hecho entender la vida es que debes dar un paso a la vez. Mis amigos siempre dijeron que tenía talento para escuchar sus problemas y dar un buen consejo, me acordé de la carta de mi mamá y de eso que me decía sobre el cumplir mis sueños. Bueno, aquí estoy, retomando mis estudios de psicología que dejé estancados hace muchos años, no he perdido el Training así que me va bastante bien, trabajo en algo que me da para financiar mis estudios y que me permite cierta tranquilidad, en cuanto al amor aún nada, pero ya no quiero buscarlo, quiero que llegue solo... quien quiera ser algo... llegará en el momento preciso.
¿Les conté que adopte un perro? Pues sí, lo hice, creo que mi soledad ameritaba un cachorro, alguien que se alegre por mí cuando me vea y que me acompañe en momentos de nostalgia. También vendí el departamento, porque no admitían perros en el edificio y eso es raro, porque he visto señoras paseándose con hurones, pero ¡qué diablos! Me compré una casa en Ñuñoa y, con algo que tenía junto, di pié para un auto, algo no muy grande, pero eficiente, con el "Cholo" (así le puse al perro) no necesitabamos más.
Mis amigos, ya casi todos están casados o en una relación estable, el Nacho se retiró del club de Tobby por una situación muy complicada, por mi culpa. Nacho había terminado con su novia, llevaban cerca de seis meses separados y yo me hice más cercano con Teresa (la ex del Nacho). Con la "Tere" estudiábamos en la misma universidad en carreras vespertinas; ella estudiaba ingeniería comercial y yo terminaba mis estudios de sicología, nos topábamos casi siempre en las ventanas horarias, lo que derivó en una grata amistad. Como a mí me gusta eso de la labor social comencé a dar talleres en juntas de vecinos, colegios e iglesias, y a cada lugar Teresa me acompañaba, porque ella también sentía esa pasión por el ayudar a otros, cosa que nos acercó aún más. Llámeme ingenuo, pero después de tanto tiempo soltero, me volví un pocp lerdo para las señales que las mujeres podían enviarme. Con Teresa conversábamos de lo humano y lo profano, de lo predecibles que se habían vuelto las mujeres en las que yo fijaba mi mirada lo que me hacía perder el interés en ellas; ella, por su parte, me contaba que aprovechaba su soltería, pero que los hombres siempre la buscaban por su cuerpo (tenía una figura envidiable por muchas) y solo eran simios descerebrados que se rascaban el trasero, pues no tenían tema de conversación; otra vez me contó que había vuelto a tomar sus pastillas anticonceptivas y yo, muy bruto, le dije si se preparaba para algún tipo, ella se reía mucho, en fin... ella era mi mejor amiga.
Otra vez fue a mi casa y vimos una película de comedia romántica, ella recostaba su cabeza en mi pecho lo que hizo latir mi corazón de forma acelerada, fue entonces que sentí que algo raro sucedía, sentí que comenzaba a mirarla con otros ojos y eso estaba mal, muy mal, era la ex de mi amigo, por la que le di muchos consejos, no estaba bien que sintiera eso por ella. Cuando ella se fue sentí una presión que me ahogaba, así que salí en busca de uno de mis amigos, Felipe, era uno de mis amigos de confianza, así que no dudé en llegar hasta su casa. Le conté todo lo que me pasaba con mucho pesar, me sentía mal por sentir esta atracción, Felipe sonrió con ironía.
- Me imaginé que algo así podía pasar.
- ¿Por qué Felipe?
- Era lógico, ella y tú en la misma universidad, comparten otros espacios, piensan relativamente igual, o sea dos más dos es cuatro.
- Pero, yo aún no hago nada, ni un solo beso.
- Mira David, si surge algo más deberás decirle al Nacho, es lo lógico que debe suceder, no porque esté mal, sino por lealtad.
Eso me dejó más tranquilo, en la semana siguiente traté de evitar a Teresa, porque de alguna manera sentía que ella me arrastraba hacia su ser y yo, yo me conozco, soy débil en esos temas. Una tarde, durante la ventana, estaba sentado en el pasto del campus leyendo un libro de Phillip K. Dick, cuando percibí que ella pasaba por ahí con sus amigas, me vio y se despidió de ellas, yo quería que la tierra me tragara, estaba tan nervioso que quería salir corriendo del lugar, ella se recostó de panza sobre el cesped junto a mí.
- ¡Hola David!
- ¡Hola Tere! ¿qué tal?
- Bien, peleando con aritmética ¿y tú?
- Aquí, leyendo para distraerme un momento.
- ¿Sabes? Hace rato que quería hablar contigo.
Una gota de sudor corrió por mi frente al escucharla decir eso, más encima la tarde estaba perfecta, el cielo rojizo de una tarde primaveral.
- ¿En serio Tere? ¿De qué?
- De esto, yo siento que es más que una simple amistad, siento que no puedo mirarte sin querer comerte a besos y quería saber si sientes lo mismo, la otra vez tuve la oportunidad de escuchar como se agitaba tu corazón cuando me puse en tu pecho.
- E... este... bueno... Tere, yo siento lo mismo, pero no puede ser, yo soy amigo de Ignacio y a esa amistad le debo lealtad, a pesar de lo que sienta por ti.
Estaba dando todo un discurso y me calló con un beso maravilloso, de esos de los que hace años que no daba, no sé en qué estuve pensando, pero me dejé llevar, me sentía muy cómodo con ella a pesar de la diferencia de edad. Sí, ella era diez años menor que yo y eso no importaba, ella me hacía sentir cosas que jamás creí que volvería a sentir, explicaré lo que me hizo sentir con una alegoría: en el polo norte hay un fenómeno llamado "el sol de medianoche" y trata de que por cuarenta días el sol no se oculta, vale decir que la noche no existe durante esos dias. Así me sentía, ella era el sol que después de mucho volvia a sentir... ella era mi sol de medianoche.
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Lembranças
Lãng mạnUn pequeño intento por hablar del reconstruir una vida puesta en clave de novela.