Sin duda alguna que el recobrar el autoestima, la confianza y la seguridad en uno mismo es un gran inicio, pero existe un peligro que subyace en esto y es el aprovecharte de quien no cuenta con estas virtudes. Cada vez fui teniendo sueños de Alejandra a lo lejos, así que ella ahora sólo era un fantasma de mi pasado, mal que mal ya llevo dos años sin ella. En fin, mi autoestima estaba en tan buen nivel que los demás dejaron de importarme, cuando los escuchaba lo hacía por mero compromiso, sus problemas suponían poca relevancia para mi. Como ya no me importaban los demás, comencé a buscar mi conveniencia y todo lo que me pudiese beneficiar de una relación humana, pues yo.... yo lo era todo.
Conocí a una muchacha, creo que se llamaba Fanny ¡Ojalá! Me perdone alguna vez, fui muy cobarde para pedirle perdón. La conocí en un Pub, era una hermosa pelirroja, su cabello rivalizaba con el mismo fuego y su figura era digna de admirar, la vi llorando y me acerqué para invitarla un trago, todo mi ser sabía lo que queria obtener de ella, estaba tan frágil que lo pude ver, así que como un carroñero busca a la presa más débil de una manada fui hasta ella, la pobre me contó lo típico: un novio infiel, una bebé pequeña resultado de su amor, una autoestima baja, y una larga historia de derrotas que no tenía fin. La escuché solo con la intención de hacerla bajar su guardia, con cero interés en su historia, sí, me habia transformado en un maldito hijo puta, la llevé hasta su casa, le sequé sus lágrimas y la besé diciéndole que todo estaría bien, mi plan iba muy bien, no pretendía obtener resultados esta noche, sino que mi plan era a mediano plazo, ella caería tarde o temprano en mis garras. Al paso de una semana me llamó para citarme en una cafetería del centro, me contó que no había dejado de pensar en el beso que le di (recuerden todo es parte del plan), que había sentido cosas que hace tiempo no volvía sentir y que necesitaba volver a salir conmigo; aquí entre nos, no sonreí delante de ella porque me hubiera dejado en evidencia a mi mismo, pero tenía una sensación de victoria indescriptible... yo era todo.
Nos seguimos viendo y la pasión fluía sola, yo no le ofrecía nada a ella mientras que ella me ofrecía todo, pobrecita nunca vio venir que en el momento menos pensado me desaparecería de su vida, dejé de responder sus llamadas, sus mensajes y la bloquee de mis redes sociales, yo ya había cumplido con lo que quería, ahora ella debía olvidarse de mi. ¿Recuerdan a Dominique? Bueno mientras yo dejaba de ver a Fanny, Dominique me buscaba para salir una vez más, como amigos. ¿Cómo amigos? ¡ja! Si ella creía que era tan iluso para creer en cuentos como esos es porque era muy ilusa, yo sabía lo que quería y estaba dispuesto a dárselo, me había preocupado de mi condición física y de mi apariencia, no era el mismo de hace un par de años y no iba a permitir que nadie jugara conmigo, la ilusioné, tal como lo había hecho con Fanny y luego la dejé... yo era todo y nadie me importaba ya.
Y así, jugué con ella otras veces más apareciendo y desapareciendo de sus vidas, y de la de otras mujeres más hasta que un día, de compras en el Mall, un fantasma se apareció nuevamente ante mis ojos. Era Alejandra, esa que me había destrozado, yo aún no olvidaba lo que me había hecho, por eso busqué la forma de que me viera y no pudiese evitar verme.
- ¿David? ¿Eres tú? - dijo mirándome de los pies a la cabeza.
- ¿Alejandra, cómo te va? - le dije con indiferencia.
- Eee... estás muy cambiado, estás, cómo decirlo... mino. - comentó nerviosamente.
- ¿Ah? Eso, bueno comencé a preocuparme por mí, me cambié de trabajo, vendí la casa y me compré un departamento, la casa era demasiado grande para mí sólo. - le dije con desdén.
- Sí, así he visto, te ha hecho bien la soltería, debo confesar que he sicopateado tu face... - dijo entre risas nerviosas.
- Entiendo ¿A tu novio no le molesta eso? - le pregunté, aunque presentí la respuesta, esa noche sería mi venganza.
- ¿Diego? El me ha dejado muy de lado, está con sus cosas en la universidad... creo que yo siento más por él que el por mí. - explicó mirando hacia un lado.
- Ya veo, ¿quieres ir a ver al Yopo? Mi departamento queda cerca, sin compromisos. ¿Te tinca? - Sí, claro.
- Mmmm... sí, me tinca. - respondió dudando.
Nos fuimos a mi departamento y pasó lo que yo quería que pasara, la hice mía sin ninguna consideración, no sentía amor por ella, cada vez que la tocaba volvía a revivir el dolor que me había hecho sentir, lo pasé muy bien y ella también, aunque ella terminó llorando. Le pregunté si lloraba por su novio, me dijo que no, sin embargo dijo que sintió que la traté con brutalidad:
- Perdón, pero ¿cómo quieres que te tratara? Entre nosotros no hay nada. - le dije resistiendome a mirarla a la cara.
- Sé que aún me odias por lo que te hice, era cabra chica y no supe valorar lo que tenía, y me convencí de de que lo que hacía estaba bien, pero la verdad es que nunca he dejado de amar... - decia con lágrimas en los ojos.
- No sigas. - la interrumpí.
- Pero, tú eres el amor de mi vida, siempre lo fuiste y siempre lo serás. - agregó.
- Mira, voy a quedarme contigo hasta que amanezca y espero que luego esto quede en el olvido, yo ya no te amo. - le dije secando sus lágrimas con mis dedos y agregué: - No vuelvas a decir eso del amor, porque estás echando a perder este momento.
- ¡No digas eso David! Después de todo este tiempo, me di cuenta que no puedo vivir sin ti, que nadie nunca me volverá a tratar como tú. - dijo abalanzándose sobre mí.
- Si buscas otro camino el amor pronto aparecerá y no pierdas el tiempo conmigo creyendo que soy lo que no puedo ser, porque el hombre de tu vida no soy yo, ya lo vas a entender, eso no va a suceder. Lo único que te puedo ofrecer es que por esta noche puedo darte cariño y calor, pero no el corazón. - le dije abrazándola fuerte.
Ella lloró muchas veces en la madrugada y trató de convencerme de muchas formas, pero ya había dado mi última palabra. A la mañana siguiente se fue sin despedirse, no supe más de ella hasta unos meses después, que una mañana encendí la televisión, no creí lo que veía, ocurrió el noveno femicidio del año y la víctima era Alejandra, mi Alejandra, ya no existía más. No fui capaz de salir de mi casa ese día pensé tantas cosas, me sentí culpable por haberla tratado tan mal, ahora que lo recuerdo esa última noche que la vi pude ver que su cuerpo tenía moretones, pero como solo estuve preocupado por mí, no le dije nada.
Le había hecho daño a muchas personas, por mi egoísmo, por mi obstinación, por encerrarme en mí. Mi triste imperfección me había deshumanizado, mi alma estaba estaba desgarrada, yo lo era todo... pero no merecía ser tanto.
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Lembranças
RomansaUn pequeño intento por hablar del reconstruir una vida puesta en clave de novela.