Medianoche

506 16 1
                                    

Marcaba el reloj de la sala 3 pm.

Faltan horas para todos saludarnos con un afectuoso “Feliz navidad”, mientras yo tengo otros planes en mente; con mis manos en los bolsillos presiono mi celular. Quiero que sea medianoche para llamar a una señorita castaña; desearía poder abrazarla y besarla, sin embargo la distancia me arrebata esa opción.

Aunque observe el reloj sin parpadear, no avanzará, tengo que tranquilizarme y disfrutar de la tarde con mi familia. Ella supongo que también está contenta, no me ha llamado, ni contestado mis mensajes; tal vez tengo que darle su espacio. Es normal que se olvide de mi, ¿no? o ¿estará enojada?

Yo no la quito de mi mente, y tengo que buscar cualquier medio para conectarme; siento esa necesidad de verla, de escuchar ese acento tan lindo y particular. Será esa la razón de que insista, no importa que el sonidito de “ocupado” me tenga ya estresada, lo seguiré haciendo hasta que ella me salude; le cuente como van los preparativos en casa, y saber qué tal le va allá.

Mía, deja de estar ociosa con la mirada al vacio – Mi madre se encargo  de sacarme de mi letargo – Hay muchas cosas que hacer… ve a ayudar a tu amiga y la abuela.

Oki doki, ya voy – Estire los músculos y fui directo a la cocina.

*** ***

Seguirás con esa cara… - Pregunta mi rubia amiga, mientras no hay nadie en el comedor – Cualquiera diría que tu eres una pobre inocente, víctima de las circunstancias…

Pero…que tan grave es lo que hice – Hablo despacio, y tomo un sorbo de yogurt – ella también se equivoca, y seguro es indecisa para varias cosas, no todos desprendemos seguridad y confianza hasta por los poros.

En eso tienes razón, mas tú ya sabes cómo actúa tu noviecita, y así la escogiste para estar contigo… ahora no te quejes – Me percato que Andrea, mi cuasi mejor amiga, si es que creyera en eso. Será la aliada de Cris – reconoce que metiste la pata.

Ok!, lo que tu digas, yo sólo me expresé anoche, además no se fue por eso, ni por lo que paso con Yael. La razón que me dio para despedirse es que no admito a mi familia, que no es mi amiga. Tu sabes que… no es que quisiera ocultarla…  aun no encuentro las palabras para explicarle a mis padres – Me detuve cuando vi a Andrea haciendo con sus manos algo que era como un “bla bla bla” – mmm… por lo visto para ti es sencillo, ¿no?

Sip, si amo a alguien, da lo mismo los demás – toma un sorbo de jugo de fresas  y arremete nuevamente en contra de mis actitudes - Se llama luchar por el amor… jejeje y hay que tener va-lor.

Levanto una ceja, y decido terminar mi merienda, contestarle sólo alimentaria sus ansias de molestarme. Era suficiente con el estrés que mi propio cerebro creaba; más bien necesitaba planear actividades para el día de hoy, mientras esté ocupada es mejor para ni acordarme de mi castaña.

Mía, ¿Ya terminaste de ayudar a tu abuela? – Mi madre acaba de encontrarnos en el comedor – Andrea pensé que te fuiste a descansar después de ayudar.

Si, ya está todo – Mi escueta respuesta. Y mordí otro bocado de tostadas.

Tengo mucha energía para quedarme durmiendo en pleno día – Le sonríe mi amiga – Pero siéntese… acompáñenos en esta reunión de chicas.

No puedo negar que Andrea cuenta con muchos recursos para simpatizarle más a mi madre. Y yo que iba a irme, tuve que desistir, tantas veces me ayudó, que mínimo debía retribuirle el favor.

Justo estábamos hablando de las relaciones… para el amor no hay límites – Le quede mirando a Andrea con ganas de matarla – ¿verdad?

Debería ser así pero eso ya ha cambiado bastante, ahora las parejas se separan por cualquier cosa – Añadió mi madre, dándonos la espalda para ir a servirse un café – Por cierto Mía, ¿cómo andas en ese aspecto de tu vida?, sobre Andrea ni hablar, veo que le va tan bien con tu hermano. Es que él es tan guapo y bueno.

Relatos de Cristal: EpilogoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora