Mi despertar

493 14 9
                                    

Las casas se asoman a nuestros ojos, reconozco las cuadras, veo mi reloj y me dice que recién son las 10:30 pm. Tengo aún tiempo de cumplir mi promesa con ella, si es que no la recuerda, yo me encargare de que nunca se le olvide nuevamente.

Le damos la dirección al conductor pero esta mas despistado que nosotros. Sabemos hasta cierto punto donde quedaría la casa, gracias al nombre de una avenida muy conocida; sin embargo después de eso hay como 300 casas para tocar una por una y esperar que ella me reciba.

No nos queda otra opción, que una vez estando lo más cerca posible, bajarnos y apuntar en varios trozos de papel la dirección. Nos dispersamos, el primero que logre encontrarlo me llamara al celular inmediatamente.

Es un plan arriesgado los 4 tomar caminos distintos, justamente cuando la navidad se aproximaba dentro de unos minutos, además está algo oscuro para ir por calles que no conozco, y preguntando a cualquiera que me ayude a ubicar a mi novia.

Ya que la dirección no me servía demasiado, y la gente prefiere pasarla dentro de su casa en fiestas en vez de estar fuera y auxiliar a una extraña. Me deje llevar por mis instintos, lástima que descubrí que jamás debo hacerles caso. Me fui por el lugar más estrecho, donde hasta los postes de luz parpadeaban, fui valiente y toque la puerta de una casa, lamentablemente no sabían donde vivía Cristal.

Me voy del lugar, asustada de que nadie me estuviese siguiendo, y recuerdo que cuando era universitaria, una vez me perdí en la búsqueda de la vivienda de un amigo, y lo que se me ocurrió es gritar a todo pulmón esperando que me oyera y saliera en mi encuentro. Pero así como en mi historia, el nunca me escucho, por las puras gastarme la voz.

Suena mi celular, y miro a ambos lados antes de apretar el botoncito verde para contestar.

Aló, ¿quién es? – Había ruido de varias personas al otro lado del auricular.

Encontré a varios chicos aquí jajaja hay una fiesta en la otra cuadra, ven seguro alguno conoce a Cris – Como siempre esa niña se pierde del objetivo – o en todo caso nos quedamos…

Me estas provocando Yael – Últimamente me irritaba con facilidad – ESO NO ERA LO QUE TE PEDÍ QUE BUSCARAS.

No perdería el tiempo explicándole más cosas, colgué mi celular. Esa niña a veces parece tan seria y que me comprende para después salir misma quinceañera fiestera.

Mientras camino pienso en los detalles que Cris me daba sobre su casa, era de dos pisos, frente había un parque que atravesaba cada vez que tenia clases en la academia. Diviso alrededor y no hay nada de vegetación, aquí no es.

Voy a la siguiente cuadra, veo una tienda pequeña que está por cerrar, voy rápido para preguntarle si tal vez escucho de una Sra. Laura, o sus hijas.

-       Buenas noches, disculpe – Soy muy formal – ¿podría ayudarme? Estoy buscando esta dirección.

La señora recibe mi papelito, y lo analiza como examen de admisión de universidad, creo que mi letra no es nada legible.

Por fin me da un veredicto, y me señala hacia la derecha, las indicaciones son, sigue por allá, no pares hasta que veas un árbol grande, y luego a la izquierda, de ahí sólo fíjate en las placas de las casas.

Me despedí muy agradecida con la señora, dirigiéndome a la ruta señalada.

Verifique antes de tocar la puerta, y si, coincidía con el papel que anotó Yael. Luego les llamaría a todos para avisarles, primero tener el valor de ir por ella, abrazarla, revisar que este bien, darle un beso, y ya cuando terminemos de ponernos al día, comentarle que la manada vino conmigo.

Relatos de Cristal: EpilogoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora