Relación problematica

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Problema es estar enamorada de alguien. Problema es que su familia no te acepte. Problema es que no pasas navidad con quienes amas. Problema es que mi mitad esta en un hospital. Problema es que nadie me diga exactamente cuál es su estado de salud. Problema es no sacar una chaqueta antes de ir a buscarla. Problema es que me siento sola a pesar de la gente. Problemas…. En general esta noche tengo demasiadas cosas en mente que me dejan inquieta.

Mi actitud de chica hiperactiva ha dado un giro inexplicable a ser una taimada muchacha encerrada en su mundo.

Me encontró en el rincón de la sala de espera, en el espacio más solitario que encontré, al final de las filas de asientos. Entre mis manos estaba la carta que minutos antes había terminado de escribir. Logre doblarla e introducirla en el sobre. No sabía de dónde saque las fuerzas necesarias para finalizar esa nota con un “Te amo”; sentí miedo de lo que sucedería minutos después, mi respiración seguía agitada. El estar a solas con mis pensamientos no me ayudaba a superar esta situación.

¿Qué haría ella en mi lugar?

Esa pregunta rondaba mi cabeza. Sé que no actuaria como yo, eso es un hecho. Parece tener las respuestas correctas, no se apresura, se nota más madura, se comporta como adulta y yo… soy una chiquilla que aprende a vivir en este mundo. Y aún me frustro cuando las cosas no salen como yo quiero, soy una caprichosa que piensa que lo que yo digo es más importante que cualquier otra persona.

La verdad es que ella sabría qué hacer. Tendrá un manual escondido para cada momento, las palabras exactas y las formas de hablarles a las personas, es persuasiva. Seguramente en este instante ella se encontraría al lado mío, tomándome de la mano. Y haciendo lo imposible porque este sana, tal vez Mariana evitaría que entre a mi habitación...uhm confío en que inventaría una razón irrevocable para ella ser tomada en cuenta.

Mi cuerpo tembloroso hace que despierte de mis sueños. Acerco mis manos a mi boca para intentar soplar algo de aire tibio para calentarme.

Al otro lado de la sala sé que está mi familia, les pedí que me dieran espacio y por eso ninguno me acompaña. Quería armarme de valor para enfrentarme a los padres de ella, pronto estarían en el hospital y todo se complicaría.

Había decidido por ello, escribirle una carta y ver la forma de que llegue a sus manos, necesitaba que supiera como la extraño, que estos minutos se han vuelto eternos, que soy una tonta, que deseo este sana, era difícil explicarle todo lo que siento sin volverme dramática. Y no sé desde cuando me transforme en una sentimental.

Estoy mal… pero no tanto como tu – en voz alta solté mis pensamientos - ¿dame una oportunidad más? Hare bien las cosas… - Mi voz se quiebra, y aunque trato de evitar que mis ojos se vuelvan rojos de nuevo, es imposible – lo prometo, amor… no me dejes sola.

El sobre entre mis manos quedo magullado, y unas gotitas humedecieron las hojas.

¿Te encuentras bien? – Me pregunta una chica con uniforme azul marino, supongo es doctora.

Ah…si, si, yo solo estoy pensando – Baje el rostro y mis ojos se posaron en un punto fijo en el suelo – no es nada…

Uhm, te puedo ayudar, ¿cuéntame que sucede? – Se sienta a mi lado, apoya una de sus manos en mi hombro – Eres muy joven para estar tan triste.

La tristeza no depende de la edad – Le respondí sin si quiera mirarla.

Tienes razón, pero trataba de romper el hielo… - Su voz apacible, hizo que decidiera escucharla - ¿tienes algún familiar enfermo?

Algo así… pero no sé en qué estado se encuentra – Frote mis ojos con mi antebrazo – y no puedo saber como esta.

¿Por qué no? – Por fin la vi. Era una chica joven de cabello rubio, muy bonita, lindos ojos celestes detrás de sus anteojos – mm disculpa por no presentarme, soy residente de 1er año, me llamo Ingrid

Relatos de Cristal: EpilogoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora