Hoy volvía a Madrid. Empezaba un nuevo curso universitario la próxima semana y por ende, debía despedirme de mi familia. En casa, mamá y papá me habían repetido una y otra vez que me cuidara y que intentara disfrutar al máximo todo. Ellos fueron los primeros en ver mis fotos, en decirme que tenía el suficiente talento para dedicarme a esto. Recuerdo que Álvaro fue quien me compró mi primera cámara. Giré mi cabeza y sonreí al verlo a mi lado. El se percató.
- ¿Qué pasa? -dijo el sonriendo.
- Recordaba viejos momentos, solo eso.
- Alicia, ¿estás segura de que no quieres venir a Zaragoza conmigo unos días? -preguntó serio. -Después de lo que me dijiste, a lo mejor te vendría bien desconectar antes de empezar de nuevo la Universidad. Además, te falta aún una semana.
- Álvaro. -dije llevando mi mano a su mejilla. -Estoy bien. Ha pasado ya tiempo, estaré bien.
En ese momento mi móvil vibró dejando ver un número desconocido. Mi hermano mayor miró la pantalla igual de extrañado que yo, al ver que la llamada procedía de Madrid.
- Cógelo, a ver quien es. -espetó Álvaro.
- ¿Quién es?
- Hola, buenas, ¿estoy hablando con Alicia Vázquez?
- Si, soy yo. ¿Ha pasado algo?
- No, tranquila. La llamaba para ofrecerle trabajo en una oficina.Tapé el micrófono del móvil y miré a Álvaro.
- Dicen que es de una oficina. -dije en un susurro.
- Venga, no lo dejes colgado. -dijo riendo.
- Si, perdone, pero ¿por qué me llama a mi?
- Como bien sabrá, en este nuevo curso universitario empiezan las prácticas para algunos de vosotros. Me gustaría ofrecerle un puesto aquí. Por supuesto se redactará un informe donde todas las horas que pasé aquí convalidaran con su expediente y de ahí sacará la nota del curso. ¿Acepta?
- Vaya, pues si, acepto. ¿Cuándo empezaría?
- El jueves de esta misma semana tenemos una sesión fotográfica con un equipo de fútbol. Me gustaría que mañana pudiera estar en Madrid para firmar el contrato.
- Si claro, sin problema.
- Un placer hablar con usted señorita Vázquez, nos vemos pronto.
- Adiós.Colgué y miré a Álvaro sonriendo. Me lancé a sus brazos, clavándome el cinturón del coche y sonreí.
- ¿Qué pasa? ¿Qué te han ofrecido? -dijo el sorprendido ante mi reacción.
- Me han ofrecido hacer las prácticas universitarias en una empresa. -dije feliz. -Mañana tengo que pasarme a firmar el contrato y el jueves tengo una sesión fotográfica.
- Me alegro muchísimo Ali. -dijo mirándome. -Te lo mereces.
Cuando llegamos a la estación, bajamos del coche y caminamos hasta el tren. Miré a Álvaro triste, lo echaría mucho de menos. Sabía que ahora mismo no estaba pasando por su mejor momento, y aunque querría irme con el a Zaragoza, estaba a punto de cumplir mi sueño y no quería dejarlo escapar.
- Disfruta mucho Alicia. -dijo el serio. -En cuanto pueda iré a Madrid, para ir a verte a ti y a Raoul. -asentí y le abracé. -Prométeme que disfrutaras todo lo que te pase.
- Solo si tu me prometes ser feliz y no hundirte pese a todo lo que te digan. -dije mirándole con las cejas alzadas.
- Te lo prometo. -dijo con una sonrisa en su rostro.
Me separé de el y me subí al tren. Miré por la ventana para despedirme de mi hermano por última vez. Siempre habíamos sido muy dramáticos a la hora de las despedidas.
Marco
Estaba dando vueltas al campo junto a Isco. Acabábamos de cambiar de entrenador y todo era un lío. Nadie estaba contento con la situación que vivíamos ahora mismo e intentábamos que todo mejorara.
- ¿Cómo vas con Ainhoa? -preguntó el malagueño.
- Bien, supongo. -dije suspirando.
- ¿No sabes como estás con tu novia? -preguntó sorprendido.
- Si lo sé. -dije serio. -No estamos en nuestro mejor momento. Supongo que será por el estrés que tengo encima.
- Sigo diciéndote que no me cae bien tu novia, pero tu verás. -dijo Isco. Bufé y me paré de correr cuando la voz de nuestro entrenador nos llamó. Según Solari el jueves teníamos una sesión para presentar los trajes con los que viajaríamos durante la temporada.
Cuando me terminé de duchar, fui hacía el aparcamiento. Entré en el coche y conduje hacía mi casa. Tenía que prepararme para la cena con el equipo. Sergio la había preparado para hacer piña en un momento tan delicado como era el nuestro. Era impensable que el Real Madrid, tres veces ganador de la UEFA Champions League, estuviera noveno en la clasificación de La Liga.
Llegué a casa y dejé las llaves encima del plato del recibidor. Mi novia, Ainhoa, estaba fuera por temas de trabajo. El año pasado acabó la Universidad y la contrataron en una agencia de modelos bastante famosa. Suspiré y fui hacía mi habitación para elegir la ropa que me pondría esta noche. Abrí el primer cajón del armario y cogí una camisa blanca junto a unos pantalones ajustados negros. Entré en la ducha y a los pocos minutos salí para peinarme. No era demasiado presumido pero me gustaba ir arreglado.
A los pocos minutos ya estaba listo para irme. Cogí el coche y conduje hasta el restaurante donde habíamos quedado. Le di las llaves a un chico que había en la entrada y entré al lujoso restaurante que habían elegido. Pregunté en recepción por Sergio y me dirigió hasta una mesa al final de aquel lugar. Allí estaban todos. Me puse al lado de Isco y Dani.
- Como siempre, llegas tarde Marco. -susurró Dani a mi lado.
- Lo siento, ya sabes, el tráfico madrileño es lo peor. -dije excusándome.
- Claro. Y no tendrá nada que ver ese tupé repeinado ¿no? -dijo Isco tocándomelo. Le gruñí y el rió al instante.
Unos toques en un vaso de cristal bastaron para que mi atención y todos los de la mesa se centraran en la persona causante de eso, el capitán.
- Bueno chicos, como ya sabéis, la cena de hoy era básicamente para hacer grupo, es lo que más necesitamos ahora mismo. -dijo el andaluz. -Cada partido, cada jugada, carece de actitud. El escudo que llevamos en el pecho no es cualquiera. Muchos futbolistas matarían por llevarlo tan solo un segundo y todos vosotros sois los elegidos, los afortunados de poder llevarlo siempre, y de poder defenderlo. Debemos hacer feliz a la gente que nos apoya, debemos hacer que se sientan orgullosos de nosotros. -dijo y se quedó un segundo en silencio mirándonos a todos. -Brindemos por el comienzo de algo nuevo, de algo mejor.
Todos brindamos. El resto de la cena se resumió en bromas e intervenciones por parte de todos. Llegó la hora de irnos a casa. Salí del local no sin antes despedirme de todos.
- Nos vemos mañana Isco. - dije riendo ante su pésima imitación mía.
- Hasta mañana. -dijo el despidiéndose con la mano.
Conduje a casa. Al llegar, lo único que fui capaz de hacer fue dejar las llaves y tumbarme en la cama. Mis fuerzas eran nulas. El entrenamiento de hoy había sido realmente duro y necesitaba descansar.