Marco
Cogí el coche hasta llegar a casa de Isco. Había insistido en que fuera a su casa ya que tenia algo importante que decirme según el. La única pista que me había dado era que tenía que ir elegante, nada más.
Aparqué en frente de la vivienda que compartían Sara e Isco. Piqué al timbre hasta que una figura femenina me abrió la puerta mirándome expectante.
- No vendrás a robarme de nuevo a mi novio ¿verdad? -dijo la canaria seria. -Ya tengo bastante con vuestras peleas cuando jugáis al FIFA. -dijo a lo que yo reí. Le di dos besos y pasé hasta encontrarme con el malagueño de pie en medio del comedor.
- ¿Para que querías que viniera? -dije curioso. -¿Acaso me vas a invitar a cenar a algún lado guapetón? -le guiñé un ojo provocando así su risa.
- Primero, en todo caso me deberías invitar tu a mi, que te recuerdo que palmaste jugando el otro día. -dijo recordándome nuestra apuesta. -Pero eso no es para lo que te he llamado. -se sentó en una de las sillas de la mesa y me indicó con la mirada que lo hiciera yo también. -El otro día hablé con Alicia y le dije que quedaría con ella para cenar hoy a las 21:00.
- ¿Y qué quieres que haga yo?
- Vas a ir tu a esa cena y le vas a explicar todo lo que me dijiste a mi el otro día.
- ¡Que! ¿Tú estás loco? -dije levantándome de un brinco de la silla. -En cuanto me vea se va a largar Isco. ¿Que no comprendes de que no me quiere ver ni en pintura?
- Marco Asensio Willemsen, vas a ha hacer lo que te esta diciendo tu mejor amigo o te juro que no vuelves a entrar en esta casa ¿lo has entendido? -dijo Sara detrás mía. Se puso al lado de su novio y me miró con cara amenazante. -¿No crees que tú también querrías una explicación si te hubieran dejado de la noche a la mañana sin explicación alguna?
Me quedé callado unos segundos. Claro que merecía una explicación pero no me atrevía a dársela pese a que días antes estaba muy seguro de que si lo haría. Suspiré y miré las caras de mis dos amigos. Expresaban con desesperación el deseo de que fuera a ese restaurante y le dijera todo aquello a Alicia, aunque eso significara perderla para siempre. Miré la hora en mi reloj y miré al techo.
- Son las 20:45. Si quiero llegar, debería irme ya ¿no? -dije y ellos dos soltaron un chillido de alegría.
Salí y lo primero que hice fue ponerme la radio a tope. No sabía como iba a explicarle que ella era una apuesta. Al principio así era, pero yo no contaba que me acabaría gustando tanto. Cuando la vi a mi lado, en mi cama, una mañana al despertar, me arrepentí inmediatamente de haber hecho aquello. Quería que ese momento fuera eterno más se esfumó por mi estupidez.
En diez minutos llegué al restaurante. Pregunté por la mesa reservada por Isco y me señaló una al fondo. Allí estaba ella sentada. Nunca se maquillaba y cuando lo hacía, no lo hacía excesivamente, no le gustaba hacerlo y eso era lo que más me gustaba, la personalidad que tenía. Me replanteé el hecho de darme la vuelta, pero comprendí que no debía hacerlo. Debía asumir lo que hice.
Alicia
Miré mi reloj por cuarta vez. Faltaban diez minutos para que dieran las 21:00. Siempre había sido una chica muy puntual, no me gustaba llegar tarde a los sitios, es más, llegaba siempre antes de lo previsto. La camarera vino para preguntarme si quería algo de beber mientras esperaba a mi amigo, pero me negué. Saqué el móvil para revisar mis redes sociales. Vi que la burbuja de las historias de Isco estaba de color, por lo que indicaba que había colgado algo recientemente. Apreté y lo primero que me salió fue el con su novia cenando y hace cinco minutos de eso. ¿Se habría olvidado? Justo cuando me disponía a irme, noté como alguien se sentaba en la silla de enfrente. Cuando levanté la mirada, vi a Marco con una sonrisa nerviosa. Intenté levantarme pero me agarró de la muñeca con una mirada suplicante.
- Por favor, dame cinco minutos y si quieres después puedes irte. -suplicó y yo asentí y me senté. -Quiero darte una explicación del porque te dejé así.
- Te escucho. -respondí fría y distante.
- ¿Recuerdas cuando fuimos al Mundial? -asentí y prosiguió. -Pues aún yo no te conocía como bien sabrás. El caso es que al verte en el mismo hotel que yo, me fijé en ti, pero no fui el único, Álvaro también lo hizo. Intenté entablar conversación contigo pero eso solo consiguió que Álvaro y yo nos enfrentáramos y eso no era bueno para el grupo. -dijo cabizbajo. -¡Dios! Yo en ese momento no creí que me fueras a volver tan loco, que querría verte reír y que fuera yo el dueño de tu sonrisa. Nunca creí que quisiera verte despertar en mi cama cada día y hacerte cosquillas hasta hartarme de oír una carcajada tuya. -me sequé las lágrimas que se deslizaban por mi rostro. -El caso es que Álvaro me propuso que apostáramos algo. -en ese momento mi mundo se vino abajo pero no le interrumpí, aunque noté como todo mi cuerpo se tambaleaba. -Me dijo que si no era capaz de llevarte a la cama en dos meses, debería dejarte y dejarle el terreno a el. -yo no era capaz de articular palabra en aquel momento. ¿Una simple apuesta? ¿Eso era lo que significaba para el? ¿Una simple apuesta? Cogió mi mano. -Me arrepiento mucho de haber aceptado, lo juro.
- Suéltame. -dije retirando mi mano y dándole una bofetada que por suerte, no escuchó nadie. -Me das asco Marco, asco. Me replanteé varias veces la idea que la razón por la que me hubieras dejado sería que ya no me querías, al fin y al cabo forma parte de mi vida, pero esto es lo más asqueroso y humillante que me han hecho en mi vida. -notaba como la ira recorría cada parte de mi cuerpo. -No te me vuelvas a acercar en tu vida, ¿me oyes? En tu miserable vida vuelvas a mirarme o a tocarme. No quiero respirar el mismo aire que tu. -le miré a los ojos y vi como los tenías llenos de lágrimas.
Me levanté de aquella mesa y a mis espaldas escuché como Marco maldecía y golpeaba la mesa. En mi vida imaginé que sería solo una simple apuesta, que me tratarían como a un objeto y menos el. Cogí el coche y conduje hasta el piso. Al llegar, cogí la maleta y metí toda la ropa que me harían falta para unas semanas fuera de Madrid. Llamé a Álvaro para avisarle de que en tres horas estaría en su casa. El insistió en que le explicara que me pasaba pero le dije que le explicaría todo al llegar, cuando estuviera mas calmada.
Marco
Después de varias copas, me fui de aquel restaurante tambaleándome. Aún no soy consciente de como llegué a casa sano y salvo. Sabía que iba a pasar esto, pero verla mirarme con el desprecio que lo hacía, como le repugnaba, no me lo perdonaré jamás. Me senté en el borde de la cama soltando algunas lágrimas más hasta que mi cuerpo dijo basta y acabé durmiéndome.