Capitolo 5

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Raoul y yo íbamos de camino a Zaragoza para ver a Álvaro. Su carrera ha sido muy difícil. Desde joven, se le dijo que tenía un futuro prodigioso, pero a causa de las lesiones y los insultos y menosprecios de muchos, decayó y no confía en el mismo. Pensamos que Zaragoza podía ser un buen destino para el. Al principio todo el mundo estaba muy entusiasmado por su llegada, pero cuando fallaba, empezaron los insultos. Sabíamos que ahora mismo nos necesitaba allí.

Llegamos a la ciudad sobre el mediodía y fuimos hacía el hotel que habíamos reservado.

- Ali, ¿puedes con la maleta? -preguntó Raoul a mi lado.

- Soy tu hermana pequeña, soy capaz de llevar una maleta Raoul. -dije a lo que el rió.

Fuimos hacía recepción para ir a buscar la llave de nuestra habitación e instalarnos cuanto antes. Era muy raro que a estas alturas nadie haya reconocido al chico que tengo al lado. Desde su paso por el concurso, tenía muchísima expectación. Desde siempre había cantado muy bien y yo estaba tremendamente orgullosa de que le fueran las cosas así de bien. Había trabajado muchísimo para llegar donde estaba.

Llegamos a la habitación y dejamos todo el equipaje para bajar a cenar algo por la ciudad.

- Yo no se si voy a poder aguantar tanto sin ver a Álvaro estando en la misma ciudad que el. -dije sonriendo.

- Alicia, por dios, pareces una niña pequeña. -dijo riendo. - Oye, ¿has hablado ya con Marco?

- No, aún no le he pedido explicación alguna. -dije con un suspiro pesado. -No estoy segura de que la quiera, podría herirme más de lo que estoy.

- Alicia, escúchame. -dijo Raoul cogiéndome de la mano. -Pase lo que pase, me tendrás a mi para lo que necesites, al igual que Álvaro. Y además, estoy seguro de que el siguen queriéndote.

- ¿Qué dices tu ahora? -dije riendo. -Venga va Raoul no digas idioteces.

- A ver, compréndeme, yo si no fuera tu hermano ya te hubiera tirado la caña. -dijo y provocó que yo soltará una sonora carcajada.

- Raoul, eres gay. -dije riendo.

- Me da igual. -dijo riendo. -Me enamoraría de ti igual.

Cenamos en un pequeño restaurante de al lado del hotel. Nos pasamos la cena riendo y contando anécdotas de cuando éramos pequeños. Con mis hermanos, las horas se transformaban en minutos, no me daba cuenta de que el tiempo pasaba y por una parte no quería. Me daba miedo separarme de ellos, tenía una relación muy fuerte con ambos, desde siempre.

Volvimos al hotel dispuestos a dormir. Había sido un viaje bastante largo y a estas alturas del día no me sentía ni el alma. Nos cambiamos y nos dormimos al instante.

Marco

- Todo esto que me has dicho a mi, ¿por qué no se lo dices a ella inútil? -preguntó mi mejor amigo.

- ¿De que serviría a estas alturas Isco? -espeté cabizbajo.

- Mira Marco. -dijo mirándome serio. -Tu eres como mi hermano y me duele que estes sufriendo por algo que tiene una sencilla solución. -expresó el malagueño. -Si algo caracteriza a Alicia es que sabe escuchar, aunque es muy orgullosa. Te mereces que te escuche y ella merece una explicación del porque la dejaste cual perro abandonado.

- Cada vez que quiero hablar con ella rehuye de mi, no me quiere ver la cara, no quiere saber nada de mi.

- Déjame eso a mi. -dijo Isco con una mirada pícara. -Marco, sabes que por mucho que le digas todo esto, no va a volver a tus brazos corriendo ¿verdad?

Cuore FreddoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora