열하나

196 16 0
                                    

«¡No la arranques!» Te apresuraste a detener a Hoseok. «Si amas una flor, no la recojas, déjala ser. Sino dejará de ser lo que amas.» Y como un niño pequeño miraste apesumbrado la preciosa flor entre la maleza, intocable.

Lejana, como tú.

Una vez que estuvimos lo suficiente lejos, sacaste de tu mochila esa típica cajetilla de cigarrillos sin sabor en particular, generalmente arrugada por el peso de tus libros apretujados. Aquella cajetilla que siempre terminaba vacía antes de del siguiente amanecer. Fumabas tanto y tan rápido.

«Fumo para morir.» dijiste divertido una tarde, genuinamente curioso. Casi al término de tu obsesión con ese libro que me ví obligado a leer en menos de una semana.

Siempre supe que tu relación con la vida era compleja, ser infinitamente empático con la vida de los demás parecía haberte desprendido de cualquier apreciación por la propia. «¿No es mejor vivr poco? Lo incierto del futuro se me hace aterrador.»

Pero, yo era egoísta. Te abaracé fuerte con miedo a dejar ir, ser. Incluso si tu eras egoísta contigo mismo, yo lo era más. La flor cumplirá su ciclo de todos modos, así que no dudaría en arrancarla para pasar sus últimos momentos junto a mi.

«Estás demente.» y quizá yo también. 

«¿Y las mejores personas no lo están?»

《¿acaso un árbol percibe el tiempo que lleva vivo?, ¿o las montañas tienen constancia de si son viejas o jóvenes? ¿Distingue el río si se encuentra en su nacimiento o en su final? No, sólo están, viven y cumplen el siglo de la vida.》


...
De verdad que, sin impoetar cuánto lo cambie, este capítulo es de los que menos me gusta.

Ódiame; VkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora