열여섯

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Tu cuerpo se cierne contra el escritorio y se que has caído dormido, acaricio tu cabello y trato de comprender el porqué de tu cansancio, ya no vas a jugar fútbol con los chicos y te escondes tras los lienzos gigantes en el salón de arte vacío con mayor frecuencia.

«Se está desvaneciendo, Park.»

«Desde hace mucho.»

«¿Cómo?»

«Sólo observa.»

Observar, observarte todo el tiempo. Leerte con detenimiento y no dejar que me leas como siempre haces. Descifrar el misterio tras tus ojos y escuchar el duro golpeteo de tu corazón; la falsa sonrisa que no llega nunca a tus ojos y la risa real que sueltan tus labios mientras miramos las estrellas. Empujar contra la barrera que has creado, explicar el repentino calor en tus mejillas y el gélido color en tus manos, pues tus siempre tibias palmas no lo son más.

«No los muerdas.» digo sin apartar la vista del atardecer y tu niegas arrancando la suave piel de tus labios con aún más ímpetu, pues nunca te detienes por nadie. Incluso si das tanto sin recibir nada, parece que aún hay algo para ti. Tu libertad.

Las ligas en tu muñecas y tus magullados labios.

Ódiame; VkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora