열다섯

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Una cálida tarde de verano observé tus manos con detenimiento sobre el escritorio, tus muñecas siempre cubiertas por pulseras y ligas de todos los colores, y tus dedos presumiendo anillos distintos, ni siquiera a juego.

Entre tus yemas sostenías el anillo que creías perdido, pero que mantuve en cautiverio por una semana. En secreto, intentando robar un pedacito de tí; patético de mi parte, pues supiste con una mirada quien fue el ladrón.

«Jungkook» llamaste y yo no había notado lo mucho que amaba que llamaras a mi nombre. Tomaste el anillo y lo deslizaste en mi dedo anular, girando uno idéntico en el tuyo.

«Es tuyo ahora.»

Ódiame; VkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora