2

59 9 0
                                    

    Carnero, sin titubeo, fue la primera en atacar. Saltó hacia Serpiente, con el brazo extendido. Una delgada hoja de color violeta, reluciente, se materializó en su mano.

    Esta era la habilidad especial de Carnero: el Golpe Amatista. Podía materializar objetos a voluntad, cuya dureza y resistencia dependía tanto de su convicción como de las habilidades de sus oponentes. Hasta la fecha, nadie había sobrevivido al Golpe Amatista. Los enemigos asesinados por Carnero tenían algo en común: todos vieron ese destello violeta y aquellos ojos llameantes segundos antes de que sus cabezas rodaran por el suelo del campo de batalla.

    Carnero sólo sonrió mientras hacía un corte horizontal, a la altura del cuello de Serpiente.

    - Adiós, "su Majestad" -dijo.

    Extrañamente, un ruido se escuchó. No era el sonido de la carne cortándose limpiamente. Fue un sonido fuerte y seco, como un golpe.

    Carnero, impresionada, vio que Serpiente le sonreía, burlona, desde el otro lado del báculo con forma de cobra. Había detenido su ataque.

    Sorprendida, Carnero retrocedió dando un salto.

    - Vaya... Eres la primera en lograr producir un rasguño a mi Cayado de Moisés -dijo Serpiente, observando el pequeño surco que se había producido en su báculo-. Así que este es el poder destructivo de los Hitsuji, ¿no? -finalizó, posando sus ojos dorados en Carnero.

    A pesar de que varios metros las separaban, Carnero pudo ver cómo las pupilas de Serpiente se alargaban hasta formar dos líneas verticales, perfectas.

    - Bien. Ahora es mi turno de atacar -dijo Serpiente, abalanzándose sobre Carnero.

    Serpiente blandió su báculo con fuerza, apuntando al rostro de Carnero. Instintivamente, la maid cruzó ambos brazos delante de su cara. Otro sonido metálico resonó con fuerza. El báculo había chocado contra un escudo color violeta con tanta fuerza que varias chispas doradas y púrpuras salieron despedidas.

    "Eso estuvo cerca... Demasiado cerca...", pensó Carnero, temiendo por su propia vida. Aunque el escudo fue efectivo, lo creó con tanta prisa que se estaba quebrando rápidamente. "Debo asesinar a esta pseudo-princesa antes de su próximo ataque".

    Esta vez avanzando, convencida, Carnero usó las fuerzas restantes de su escudo para impulsar a Serpiente hacia atrás, tal y como había hecho con Jabalí y Tigre en la habitación inicial.

    La fuerza fue suficiente, además, para empujar el báculo de Serpiente, haciéndolo volar lejos. Desarmada, Serpiente se giró rápidamente hacia el lugar donde su arma había sido lanzada, visiblemente desesperada.

    "¡Es mi oportunidad!", pensó Carnero, saltando hacia Serpiente mientras materializaba otra hoja, esta vez mucho más resistente.

    Limpiamente, la hoja cortó el cuello de Serpiente, desde la nuca hasta la yugular, decapitándola de un golpe.

    Carnero aterrizó suavemente sobre la calle. La hoja se desmaterializó tan rápido como había aparecido, esfumándose entre llamas púrpuras.

    La cabeza de Serpiente rebotó haciendo un ruido fuerte, dejando una estela de sangre. Carnero la atrapó en el aire antes de que cayera por segunda vez. Contempló un momento la cabeza de su víctima. Sus ojos dorados aún miraban al frente, fijamente, y por su boca entreabierta se asomaba una lengua bífida, larga y delgada. Semejaba mucho el rostro de una serpiente auténtica.

    Dispuesta a abandonar la escena, Carnero sintió cómo alguien sujetaba su pierna. Sobresaltada, bajó la mirada para observar el rostro del desconocido.

    Solo que no había rostro-de hecho, no había cabeza. Sólo había sangre al final del cuello del cuerpo.

    Una mano, repleta de anillos y pulseras de oro, la sujetaba fuerte.

    - ¡¿Q... Qué?! ¡¿Cómo te sigues moviendo?! -dijo Carnero, realmente asustada esta vez.

    - ¿No te parece imprudente abandonar el campo de batalla sin asegurarte de que el corazón de tu oponente haya dejado de latir? -respondió una voz sibilante, frente a Carnero.

    Carnero, temiendo lo que vería, dirigió su mirada lentamente hacia sus manos. En efecto, unos ojos dorados la observaban fijamente.

    Antes de poder reaccionar, la cabeza de Serpiente se abalanzó sobre ella, mordiendo su cuello con un par de afilados colmillos. Carnero sólo sintió como dos hilos de sangre bajaban por su cuello.

    Un calor intenso comenzó a escocer en el cuello de Carnero. Sentía como si sus músculos ardieran en llamas. El calor comenzó a extenderse rápidamente. Su cara, sus hombros, incluso sus brazos se sentían como si ardieran.

    Carnero cayó de rodillas, gritando de dolor. Las lágrimas brotaban de sus ojos como la sangre del cuello de Serpiente.

    El cuerpo decapitado se dirigió con paso firme y elegante hacia su cabeza. Su blanco vestido era mayormente escarlata ahora. Se inclinó un poco para recoger su cabeza, sosteniéndola elegantemente entre sus manos, a la altura del vientre.

    - Olvidaste un dato importante de las serpientes, sirvienta -dijo Serpiente con voz sibilante, girándose en dirección de Carnero, aún sosteniendo su propia cabeza-. Aunque decapites a una, seguirá luchando por sobrevivir. Ese es mi caso -finalizó, sonriendo ampliamente, mostrando sus colmillos.

    A Carnero le habría gustado vomitar ante tan macabro espectáculo, pero su cuerpo ya no tenía fuerzas. Sólo pudo observar a Serpiente darse la vuelta y comenzar a caminar, abandonándola a su suerte.

    "¡Deja de hablar tanta mierda, 'princesa'...!", pensaba Carnero, tratando de arrastrarse hacia Serpiente. "No me rendiré tan fácil...".

    Trató de seguir avanzando, pero sus músculos no le respondían.

    "Debo ganar...", se decía Carnero, llorando en el suelo. "Por el honor de mi Clan... ¡Por mi propio honor!", se repetía.

    Todo comenzó a tornarse borroso. El cuerpo de Carnero moría rápidamente debido al veneno de Serpiente.

    Finalmente, se derrumbó, exhalando su último aliento.

    - Cayado, ven a mí -murmuró Serpiente.

    Ante estas palabras, el báculo dorado comenzó a moverse, lentamente. Como una cobra real, se arrastró hasta su ama... Su reina. Se enrolló alrededor de su cadera, como si de un cinturón se tratase.

    "Te respeto bastante, Hitsuji", pensó Serpiente mientras avanzaba con su paso firme y elegante-y macabro ahora que su cabeza estaba desprendida de su cuello-. "Luchaste por tu vida hasta el final".

Serpiente vs Carnero †

Fin de la 4ta Batalla

Juuni Taisen: Nuevos GuerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora