La heladería.

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Annie logró ver a Jack cuando estaba a dos cuadras de la heladería.
Diablos.
Se apresuró a llegar, pero se detuvo a medio camino al ver que él estaba abrazado a una chica.
Una chica que no era Annie.
Maldición.
Volteó a la biblioteca. Eso era su hogar, su salida, su vida.
Miró a ambos lados de la calle, y por fin, cuidando que Jack no la viera, salió corriendo hasta las gigantescas puertas de la guardiana de los libros.
Entró. Como siempre, todo estaba tranquilo y silencioso. No se escuchaba ni un alma. Tal vez porque ahí no había ni un alma. Sólo estaba la bibliotecaria, y ella.
- Hola, Annie. Me alegro de verte. - Saludó la secretaria.
- Hola, señorita Andrews, también me alegro de verla.
- En fin, ¿Vienes a devolver los libros que te llevaste la semana pasada?
- Si señorita Andrews. - Annie rebuscó ansiosa en su mochila. Al fin, los vió. Frágiles y viejos, aguardaban pacientemente a que Annie los sacara.
Los dejó sobre el escritorio. La señorita Andrews tomó un sello y lo impregnó de tinta, al tiempo en que lo estampaba en la portada del libro. Siguió este procedimiento con los demás libros.
Annie dejó su mochila en una silla, y tomó el volumen que yacía en la mesa, esperándola.

Su madre estaba cortando una zanahoria para cuando ella llegó.
Al notar que la puerta se cerraba, ella volteó y se halló cara a cara con Annie.
- ¿De nuevo la biblioteca? - preguntó con ternura.
- Ajá - dijo secamente Annie.
- Tienes a alguien esperando arriba - Su madre la miró, algo seria. - ¿Cuándo pensabas decirme del gato?
Annie se paralizó. Su madre lo decía con un desinterés tranquilo, como quien pregunta del clima.
- Pues... - Comenzó, sin saber que decir - ¿Cuando muriera?
Su madre sonrió levemente, para luego tomar un jitomate y cortarlo en trozos.
Annie subió a su cuarto, dónde el felino dormía suavemente en el almohadón viejo de Annie.
La chica se tiró de cara en su cama, se colocó sus auriculares y escuchó música a todo volumen, para así olvidar una parte de sus problemas.
Una parte, no todos.
>> Maldita sea, Annie <<
Por fin, cuando anocheció y su madre la llamó para cenar, ella se quitó los auriculares y se frotó distraídamente una oreja, que le ardía.
- Por fin apareces, temía que no bajaras, ¿Jack de nuevo? - inquirió su madre, mirándola fijamente.
Annie se esforzó para mirarla a los ojos.
- S-No. - Cerró los ojos un momento, al mismo tiempo que una punzada de remordimiento atacaba su pecho. No le gustaba mentir a su madre.
Ella la miró con una ceja levantada, dándole a entender que era pésima mintiendo.
- ¿Qué hizo ese chico ahora? - dijo jugueteando distraídamente con una pulsera que llevaba en la canilla.
- Abrazó a otra chica. - Refunfuñó
Annie. Su madre se levantó, formando una disimulada sonrisa al pasar por su lado. - Y... ¿Eso es malo? - preguntó tras unos momentos de silencio.
Annie se encogió de hombros y simuló tragar la cucharada de ensalada que llevaba a sus labios.
- No lo sé. La verdad, no me importa - deseó que la voz no le hubiese temblado. ¡Maldición! Tendría que haber pedido a su padre que le enseñase a mentir.
Su madre abrió la boca, pero la volvió a cerrar. Era como si quisiera decir algo y no se atreviese.
- ¿Qué quieres decirme, mamá?- intervino Annie.
- Pues... Mañana, Sam, yo y tu hermano daremos un paseo. No sé si quieras venir con nosotros.
Annie meditó un momento. Su medio hermano y ella nunca se habían llevado bien, tal vez por la diferencia de edad, o quizá por ser eso, medios.
Contradiciendo lo que se decía en la cabeza, Annie asintió. - Está bien, sólo no intentes que hable.
Su madre le miró silenciosa, mordiéndose un labio. Luego, lentamente, asintió.
- Hecho. Al menos te divertirás.
Pero Annie dudaba que salir con su padrastro y su medio hermano fuese divertido.
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¡Hola queridos lectores! (Si, ya sé lo que dirán, enhorabuena, ya ha actualizado) la verdad es que mi cerebro no estaba del todo activo estos días, y, debido a eso, no he podido escribir.... *Los mira con la esperanza de que le crean* bueno, no. La verdad, mi tardanza se puede resumir en una palabra: flojera.
Pues síp, la flojera es algo muy malo, muy, muy malo. *Le lanzan jitomates* ¡vale! Lo siento mucho por dejarles así, tan sólo con la mitad de la historia y la otra mitad esperando por publicarse. Vaya, no sé cuántas veces he escrito esto. Pero ahora sí, voy a cumplir. Les prometo actualizar más seguido. Sin más que decir,
Kendra fuera ❤️



Sonríe, por favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora