Mejoras.

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Annie sonrió. Las cosas habían empezado a cambiar tanto para ella como para Jack, los chicos de la preparatoria ya no se burlaban de ella por ser como era y Jack y su papá habían empezado a socializar más.

Además, ella había perdonado a Jack, y ahora estaba a la espera de ver si él le pedía salir.

Estaba muy nerviosa ya que no sabía que contestarle en caso de que así fuera, ambos se conocían desde hacía ya un tiempo y sabían que su destino era estar juntos, por muy cursi que pareciese.

Por otro lado, Miley – de quién se había vuelto una amiga inseparable – no paraba de lanzar indirectas sobre ella y Jack que hacían que se sonrojasen.
- Mira, quiero unos bellos sobrinos con el pelo rojo como el fuego y los ojos azules, preciosos, y tú - señaló a Annie, que casi se atragantó con la tarta de manzana que comía - me los vas a dar. Con Jack. Es más, ya les tengo preparada la boda, la luna de miel y por si acaso la casa donde vivirán por el resto de sus vidas. ¡Es broma, cálmate! - exclamó alarmada al ver que Annie pasaba del rojo al morado e intentaba darle pinchazos con el tenedor.

Por otro lado, Jack, quería salir con la bella pelirroja de ojos verdes que hacía más de un mes lo traía colgando de un hilo, pero era un chico tímido y aún no se atrevía a preguntárselo.

- ¿Y si dice que no? - insinuó asustado cuando en el receso, ella pasó a su lado sin mirarlo y se largó rápido como torbellino.

- Vuelves a intentarlo e intentarlo hasta que diga que sí, - le aconsejó Dylan, con una sonrisa. - Así le hice yo con Miley.

Era cierto, el había insistido tanto con Miley que esta, al fin cansada de ponerse tan digna y rechazarlo, dijo que sí. La mala había llegado cuando Dylan tuvo que ir a donde el padre de la chica y presentarse como su novio.

- ¿Y si después de decir que no, insisto y se cansa de mí? No quiero perder su amistad, ella vale mucho para mí.

- Oye, tranquilo viejo, si ella dice que no, y después no, y luego de nuevo no, y se cansa de tí y tu amistad, entonces nunca fue para tí. Además, nunca lo sabrás si no lo intentas.
En eso Dylan tenía razón, debía dejar de lado su inmadurez y su cobardía para enfrentarse cara a cara con ella y preguntárselo.
Era más fácil decirlo que hacerlo.

El jueves por la mañana, Jack se arregló, se puso su mejor perfume (ojalá no se lo hubiera puesto) y salió en busca de Annie. Ese día cumplía 1 año de haber chocado con la pelirroja en el metro, y quería que fuera especial. Es más, ese día le pediría que fuera su novia.

Cuando la vió sentada en una banca del parque, con un vestido color crema y zapatillas de tacón bajo, se quedó sin aliento. <<Ella es hermosa>>.

Pues claro que lo es.

Apretó el ramo de rosas que tenía en su mano izquierda y se acercó, acomodándose el cabello revuelto.

- Hola Jack.

Jack se detuvo y sonrió. Claro, Annie siempre sabía cuándo quería asustarla y lo impedía.

- H... Hola... -tartamudeó este. 
Ella se levantó de la banca y se acercó sonriente, pero la sonrisa cambió por un gesto de preocupación al ver la expresión de su amigo.
- ¿Estás bien? - inquirió examinándolo. Jack no lo estaba. ¿Y si lo rechazaba y encontraba a alguien mejor?
- Claro, tal vez es el calor.
- Pero si está nublado.
- Aún así, que calor, ¿No?

Ella lo miró confundida, pero luego suspiró y negó con la cabeza.

- ¿Vamos a un café?, conozco uno que tiene los mejores capuchinos de la ciudad, aunque el otro día ví que el tipo estornudaba sobre uno de los vasos....
- Annie, tengo que preguntarte algo. - Jack sentía la respiración al mil por hora, al fin, el momento decisivo.
- ¿Si?
Jack abrió la boca, expulsó el aire y se asustó. No podía hablar.
Ella lo miraba expectante.
- Eh... ¿Te has fijado en que la lengua descansa sobre el paladar?
Se golpeó mentalmente mientras Annie negaba y decía que lo apuntaría en sus notas interesantes.
No podía decírselo, ¡cobarde, cobarde, cobarde!
Mientras Jack se castigaba mentalmente, Annie se alejó por el camino del parque, en dirección a la cafetería. Jack la siguió.
Mira, si quieres que ella te quiera y te diga que sí, en primer lugar, debes preguntarselo. Tal vez necesite tiempo y debes aceptar eso. Pero ¿Y si dice que sí? Tal vez ella está esperando que le preguntes.
Qué lista es la conciencia.
Cuando llegaron a la cafetería, se sentaron en una mesa junto a la ventana y el viento empezó a soplar. Pero al menos adentro estaban calentitos y cómodos.
Se hizo un incómodo silencio.
- Mmm... ¿Y ya sabes que vas a estudiar al finalizar la preparatoria? - le preguntó Annie, rompiendo el hielo. Jack sonrió de lado y asintió.
- Quiero ser médico. Así ayudaré a las personas y recompensaré a mi madre, que, debido a la ineptitud de los médicos, no pudo salvarse.
Annie asintió comprensiva. Jack se descubrió mirando los labios de esta y desvío la mirada, con el calor subiéndole por el cuello.
- Yo quiero ser escritora. Me encanta escribir cuentos para niños y desarrollar su imaginación. Quiero que se olviden que viven en un mundo de mierda y hacerlos sonreír aunque sea por unos minutos.
- Pues... Contigo viviendo aquí, el mundo deja de ser tan mierda y empieza a ser algo bueno. - Jack se sorprendió diciendo esas palabras, mientras Annie se ruborizaba y miraba al suelo. Pero, impulsado por sus instintos, Jack extendió la mano y levantó su barbilla, recorriendo con su dedo la delineación de sus rojos labios. Se acercó, poco a poco, y dejó que pasara. Observó cómo Annie entrecerraba los ojos y entreabría los labios. Luego, pasó.
Jack besó a Annie. Annie besó a Jack. En ese momento, ambos supieron que debían de estar conectados.
Se separaron después de unos minutos en busca de aire. Annie tenía los labios inchados y su respiración era agitada.
- Quería preguntarte algo desde hacía tiempo. Y es que tú eres una chica perfecta y hermosa, siempre dispuesta a ayudar a los demás. Te mereces algo mejor que yo, pero lo intentaré de todos modos. Annie Rose, ¿Te interesaría salir con un idiota como yo?
Esperó expectante. Pero ella contestó de un modo diferente. Se acercó y lo volvió a besar. Y comenzó a llover.

La primera lluvia de verano se habia presentado junto al primer beso de Annie Rose.
Y por primera vez, esta sonrió De Verdad. 

Fin.

Sonríe, por favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora