Sonríe, por favor

Epílogo.

Annie Rose se despertó. Era una mujer que vivía feliz en compañía de su esposo y sus dos hijos, además de una pareja que venía a visitarlos seguido. Y su hermano Michael, cuando venía y enseñaba a la pequeña Lizzy a manejar su bicicleta, y al pequeño Víctor a caminar.
La abuela también venía en ocasiones, aunque cuando escuchó que Annie y Jack se casaban, dejó de hablarle a la chica durante más de un año. El abuelo si venía seguido y se disculpaba de la actitud de la mujer, diciendo que esta no estaba preparada para que su única hija se casara.
Miró con ternura al apuesto hombre que dormía a su lado y le besó la mejilla. Este sonrió de lado y abrió un ojo.
- Buenos días linda. - la saludó con la voz ronca.
- Buenos días, ¿Te tengo que recordar que vas a llegar tarde por séptima vez consecutiva?
- ¡Caramba! ¿Qué día es hoy?
- Jueves, - dijo Annie cansinamente.
- ¡Dios mío! Pero si ya son las siete, debo atender a muchas personas hoy y no me he cambiado.
Annie sonrió con burla y se dedicó a mirar mientras su esposo se ponía su camisa y un pantalón. Luego, le dió un suave beso en los labios y salió corriendo de la habitación, gritando: - ¡Te veo luego amor! ¡Adiós Lizzy, nos vemos más tarde Vic!
Annie se desperezó y se preparó para empezar el día. Luego, llevó a Lizzy al jardín de niños y permitió que Vic viera un poco de televisión. Ella tomó rumbo a su oficina, donde le esperaban muchos cuentos por terminar, inventados por ella.

Definitivamente, su vida era perfecta.