Vacaciones

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Jack.

Jack observaba por la ventanilla de la camioneta, mientras los árboles pasaban a toda velocidad a su lado. Le mareaba ver la carretera, algo borrosa, así que se dedicó a observar su asiento y pensar en sus cosas. No se iba de vacaciones por diversión, se iba a ver a su madre al hospital.
Todo empezó con un dolor de cabeza, pero luego agravó convirtiéndose en vómito y mareos, para acabar soltando sangre cada vez que vomitaba, y los doctores determinaron que era cáncer de estómago.
Jack sabía que esa sería la última vez que vería a su madre con vida, así que quería aprovechar al máximo.
Entonces, su móvil sonó. El lo levantó, y, al no ver un número conocido, lo dejó en el asiento, ignorando los timbres.

[...]

A cuarenta kilómetros de ahí, Annie Rose trataba desesperadamente de entablar contacto con su amigo, había intentado de todo, desde mandarle un E- Mail hasta llamarlo, pero nada, no contestaba.
Volvió a intentarlo; un timbre... Dos... Tres.... Buzón de voz.
Annie colgó y suspiró, angustiada, ¿y si algo le había pasado, y por eso no contestaba? ¿O sería que él ya no quería hablar con ella? ¿Qué había hecho Annie para que Jack le tratase así? Oh, claro, enamorarse perdidamente de él. Decidió ir a dar una vuelta al parque, para tomar algo de aire y relajarse. Tomó un tupper y metió agua y su móvil, para luego examinar su aspecto en el espejo. Al haberse aprobado, bajó las escaleras y buscó su cartera. Al fin, salió de su casa y se dirigió al parque. Hoy, se dijo, será un día normal y corriente. Pero se equivocó.

[...]

- Me alegra que hayas venido - Dijo la madre de Jack, con un hilo de voz - tenía que verte antes de morir.
-Tú no te vas a morir - dijo Jack con voz firme - tú te vas a sanar e iremos...
- No Jackie - lo interrumpió su madre. - Tu sabes que estas mintiendo, yo moriré pronto, y quiero darte algo antes, así que pon tu mano.
Jack, sintiéndose desdichado, tendió su mano a su madre, quien, con sus manos temblorosas, colocó algo en la palma abierta de su hijo. Luego, dando un suspiro, como quien se despide del mundo, cerró los ojos y se quedó quieta.
Jack sintió las lágrimas calientes rodar por sus mejillas. No hizo nada para detenerlas, solo las dejó salir, como el espíritu ahora libre de su madre, quien, gloriosa, partía hacia el inframundo.

[...]

Llovía.
Annie guardaba un silencio respetuoso, mientras el grupo de dolientes escuchaba las palabras del predicador, en la tumba de la madre de Jack, quien tenía la cabeza baja. Annie sintió tal tristeza por Jack, que sentía que se echaría a llorar en cualquier momento. Recordaba bien el entierro de su propio padre, no muy diferente de este.
La tumba, fría y gris, yacía en un espacio lo suficientemente grande como para causar nostalgia. Annie dejó un ramillete de flores en la tumba, luego fue con Jack.
- Hola, - dijo Annie tímidamente.
- Hola - contestó secamente Jack, evadiendo la mirada de Annie.
- Siento tu perdida. De verdad.
- No - dijo Jack impaciente, estaba cansado de que todo el mundo lo miraba con lástima, que fingiera que lo comprendía, estaba cansado de agradecer por esa conmiseración. - Solo viniste porque sé que te gusto.
Annie no se esperaba esa contestación de parte de Jack, y, controlando su voz, acotó: - yo vine porque eres mi amigo, y... -Su voz se quebró - y yo vine a darte mi apoyo, pero es evidente que tú no quieres eso. - Y se marchó hecha un huracán.
Genial, ahora Jack se sentía peor.

Sonríe, por favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora