Las clases en la preparatoria de Lady Bank estaban insoportables, los alumnos eran tan buenos que lanzaban cubetas de agua a sus compañeras, para refrescarlas. Excepto a Annie. Nadie que tuviese dos dedos de frente lanzaría un cubetazo a Annie. Y eso era porque le temían.
Annie se abanicó con la mano, acalorada. El tejado de la escuela tenia vigas de fierro, que contribuían a que el clima estuviese insoportable. El señor Andrews, que tenía la voz más aburrida del mundo, pasaba por las filas, amenazando silenciosamente a los alumnos con su mirada café. Estos se entretenían lanzando bolitas de papel, que se pegaban al cabello de las chicas, o bien al gran televisor viejo que colgaba en una esquina.
Annie hechó un vistazo al reloj que había sobre el escritorio del señor Andrews, las 12:00 pm. Faltaba una hora y media para salir de ese calor reinante, una larga hora y media.
Hechó una mirada rápida hacia el asiento de Jack, quien estaba distraido, mordiendo la punta del lápiz, mirando hacia el vacio desconocido.
Annie se quedó como ensoñada mirándolo, hasta que reaccionó. ¡Solo tenía unos hermosos ojos, maldita sea! Sólo eso, y su cabello revuelto, sus hermosos lunares y esos hoyuelos que se le hacían al sonreir.... ¡Para ya Annie!
Entonces, Annie cayó en la cuenta de que aún no entregaba su trabajo. Tomó el lápiz y se concentró en su libreta, mientras buscaba en el libro las soluciones.[...]
Las clases de EF en Lady Banck eran muy especiales, sobre todo porque en verano el entrenador lanzaba a sus alumnos al lago, para ver quién se ahogaba primero.
Annie chapoteaba en el agua, tratando de desviar su mirada al prominente cuerpo de Jack, tratando de concentrarse en contar mosquitos; pero... ¡Vamos! Miren esos abdominales, merecen un 10/10...
Entonces, algo tomó a Annie por un pie, y la sumergió.
Luchando para mantenerse a flote, Annie gritó pidiendo auxilio, a lo que llegó Dylan, el chulito de la clase, y la levantó por la cintura, llevándola así a la orilla.
- Gracias - jadeó Annie, chorreando agua.
- Tranquila, iré por algo para cubrirte - le calmó Dylan.
Annie observó como el chico brazeaba hacia el otro extremo del lago, y pedía una toalla. Notó que los ojos de los alumnos se posaban en el con sorpresa, claro, ¿desde cuándo el chulito del salón ayudaba a la loca?.
- Toma - dijo Dylan tendiéndole la toalla, mientras Annie tiritaba.
- S- Si... Gracias... - volvió a decir Annie. Observó al apuesto y rubio chico, mientras el parpadeaba, mirando hacia otro lado. Tenia la piel bronceada y suave, con pequitas que recorrían su naríz y por debajo de sus azules ojos, y su boca, que era, como muchas dirían, bastante besable.
Annie tampoco era fea, ya que sus ojos verdes eran muy hermosos, y sus pequitas le daban el aspecto de niña traviesa pero atrevida, cosa que no era.
Annie se levantó, dispuesta a irse, cuando una mano la detuvo.
- Espera, - escuchó que decía Jack - el viernes te invito a estar en mi casa, viendo una peli y comiendo palomitas, no sé, piénsalo.
- Bueno, - aceptó de mala gana Annie, - Ahí estaré.
Al fin y al cabo, no tenía más cosas que hacer, más que ser salvada por varios chicos calientes y lamentarse terriblente por sus hormonas alborotadas.

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Sonríe, por favor
Ficção AdolescenteNo te estoy pidiendo que me ames, aunque yo lo haga. Sólo sonríe. Sonríe por favor